Por Hermana Ana Teresa Araya.
Santiago, 20 de junio de 2015
“Sin la luz y gracia de Dios, nada podemos”.
Muy queridas Hermanas de la Providencia, Asociados y Asociadas de la Congregación, hermanos sacerdotes, familiares, colaboradores, amigos y todas las personas vinculadas a las obras y la misión de nuestra Congregación:
Junto con saludarles con mucho cariño, agradezco de corazón su presencia en esta Eucaristía, tan emotiva y significativa para nosotras; particularmente a Monseñor Ricardo Ezzatti, que ha querido compartir con las Hermanas de la Providencia presidiendo la Celebración en que recordamos aquel 17 de junio de 1853, día en que desde Montreal llegaron a Chile las primeras Hermanas de la Providencia y se establecieron en nuestro país.
Damos gracias de corazón por toda la vida compartida en estos 162 años y como un modo de mantener viva la memoria, para aprender de nuestra historia, transformándola en fuerza que nos haga vivir el presente y acoger el futuro arraigadas en la amorosa Providencia de Dios. Voy a tomar palabras textuales de la Sierva de Dios, Madre Bernarda Morin Rouleau, Fundadora de la Congregación de la Providencia en Chile, a la entonces Superiora General, Madre Caron, extractadas de una de las cartas que le enviara en 1879:
“La Provincia chilena, se compone hoy de 54 Hermanas profesas y 6 novicias. Gracias a un mayor número de Hermanas nos ha sido posible encargarnos de 2 nuevas Casas que tienen por objeto recibir personas que desean hacer los Ejercicios Espirituales de San Ignacio: Casa de San Juan Bautista- Casa San José. Hasta el momento han pasado por estas Casas 3675 personas.
Las Casas de la Providencia, que atienden a los huérfanos, han prosperado en: La Serena- Concepción-Valparaíso- Santiago, sumando a este momento la atención de 4345 huérfanos.
La antigua Casa de Valparaíso, está destinada ahora y preparada con 160 camas, para servir de hospital para los heridos que esperamos de un momento a otro. Porque hace ya seis meses que Chile está en guerra con Perú y Bolivia.
Mi buena Madre Superiora, tengo la satisfacción de poder decirle, que todas las Hermanas de Chile desean ardientemente cumplir el fin del Instituto, en la observancia de sus Santas Reglas, que practican con amor.
Reciba Ud. y para toda la Congregación, la expresión de nuestra religiosa fraternidad. Su afectuosa hija Sor Bernarda”.
Como vemos, esta incipiente Comunidad en Chile crecía y se vigorizaba, desde el liderazgo de Madre Bernarda en comunión y obediencia a sus raíces en Canadá, atendiendo a los pobres y todo tipo de necesitados, adecuándose a responder a las urgencias de la época; todo ello en un clima de profundo amor a Jesucristo, el mismo que interpelaba en el pasado y hoy, a vivir con compromiso la vocación a la vida religiosa, en un espíritu de hermandad, capaz de animarse mutuamente y en fidelidad para responder a la misión, desde la convicción profunda de que la Caridad de Cristo nos urge.
Que esa misma Caridad se haga vida hoy en cada una de las personas que somos parte de esta gran familia de la Providencia en Chile y que desde nuestras particulares vocaciones podamos vivir con humildad, simplicidad, fe y alegría, como hicieron estas pioneras que nos antecedieron.
Muchas gracias y bendiciones para todos.
Hermana Ana Teresa Araya, sp
Superiora Provincial
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