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Hermanas de la Providencia

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Reflexión del Centro de Espiritualidad: “Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás” (Papa Francisco)

Por Juan Carlos Bussenius, coordinador del Centro de Espiritualidad Providencia.

Hace pocos días, el Papa Francisco impartió su bendición Urbi et Orbi en el atrio exterior de la Basílica de San Pedro, apoyándose en un capítulo del evangelio de San Marcos (4,35-41), que alude a la intercesión de Jesús que calma una tormenta. Impresionó observarlo solo, en ese gran espacio, como reflejo de una humanidad que ha quedado aislada y confinada. Contemplar su figura, empequeñecida en un lugar que siempre es bullicioso y repleto, sobrecoge el alma y nos hace sentir la fragilidad en la cual estamos ahora. A pesar de que estamos navegando ahora en mares tempestuosos, también esto puede ser una oportunidad para “invitar Jesús a la barca de nuestra vida”, nos pide el Papa, y entregarle «nuestros temores, para que los venza”.

Sabemos que un buen ejercicio es plantearnos la pregunta: ¿Qué haría en estos momentos la Madre Bernarda Morin? Podemos imaginar que estaría orando en su corazón y animando a la comunidad con su voz y presencia. También, con sus manos trabajando para auxiliar a los que hoy están enfermos o con dificultades. Sin embargo, también sabía que existían circunstancias en las cuales: “no está en nuestras manos hacer todo el bien que deseamos hacer”. Se refería a un momento en que se trató de construir un asilo en Chuchunco, pero hubo problemas con el terreno y las obras tuvieron que paralizarse. Entonces ella, con gran sabiduría y hondura religiosa, expresó: “Quizá con este contratiempo, Nuestro Señor Jesucristo nos ha querido decir: Ahora, en lugar de edificar el Asilo del Salvador que lleva mi nombre, es mi voluntad que la Congregación de la Providencia concentre sus esfuerzos en la adquisición de las sólidas virtudes que deseo de ella” (Cartas Circulares Nº5).

Dadas las circunstancias actuales, en las cuales no podemos realizar nuestras actividades habituales, alterando toda nuestra vida, estando la mayoría confinados en nuestras casas, podría ser un tiempo significativo no solo para mantenerla externamente higienizada, sino también para limpiar y barrer nuestra casa interior, teniendo en cuenta la inspiración de Madre Bernarda. Observamos nuestro mundo interno para discernir lo que la Providencia nos quiere manifestar en estos complejos momentos. Se abre de esta manera, un inusitado tiempo para percibir las mociones, pensamientos y sentimientos que surgen de nuestra alma. Una urgente oración por la humanidad y los que están sufriendo hoy a todo nivel, pero también, que nos ayude a indagar lo que nos ensombrece e ilumina a nivel personal. Madre Bernarda en esa misma carta incentiva a la unidad como Congregación – y podemos agregar hoy a los laicos y laicas – incentivando todo lo que ayuda a sentirnos que somos parte de una comunidad y que el cuerpo sufre o se alegra por nuestras acciones particulares. Alude, Madre Bernarda, a la tentación de pensar siempre en el “yo”, olvidando la primacía del “nosotros”, que ha sido algo demoledor del sistema capitalista. Otra cosa que tenemos que evitar – más ahora por estar obligados a convivir permanentemente juntos – “son las quejas”. Expresa: “Estemos alertas contra este espíritu (…), no lo inspira el buen sentido ni la razón, ni la fe, tiende a anular el espíritu (…), y causa dolorosas perturbaciones” (Cartas Circulares Nº5). Nos puede ayudar también este consejo para nuestras familias. Muchas casas pueden ser pequeñas y la convivencia habitual a estas alturas, nos enoja y altera. Miremos nuestro interior a través de la oración y meditación para despejar lo que nos altera. Barrer lo que tenemos que sacar y encontrar lo que nos ayuda para vivir en medio de la contingencia.

Regresando a las palabras del Papa Francisco, nos expresaba que “la actual tempestad ha dejado al descubierto superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, proyectos y prioridades. Además, no hemos escuchado el grito de nuestro planeta enfermo”. Pero todo ha incentivado el deseo de “pertenencia de hermanos”. De ahí a la necesidad ineludible del “convertíos” en esta cuaresma única. 

Sin duda que todo va a cambiar de aquí para adelante, confiando por la fe, que aprendamos a re-construir un mundo mas solidario, en paz y en justicia. Por eso, aprovechemos estos momentos para crecer en nuestra interioridad, mas allá de la ansiedad y el aburrimiento que se puede instalar en estos momentos, y teniendo cuidado con la híper-información. Los cambios verdaderos solo surgen de lo íntimo. Tenemos que prepararnos ahora para cuando regresemos a la normalidad. Nunca fue tan necesaria en esta Cuaresma, como ahora, la oración y la meditación. Atisbamos la voz de la Providencia, como llamado urgente.

 


Puedes ver esta reflexión en el siguiente enlace a nuestro Canal de YouTube o a través del siguiente video:

 

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