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Octubre, mes de la ancianidad en Chile

Por Loreto Fernández M. Oficina de la Causa de Beatificación de Madre Bernarda Morin.

“Hasta su vejez yo seré el mismo, y los apoyaré hasta que sus cabellos se pongan blancos. He cargado con ustedes, y seguiré haciéndolo, los sostendré y los libertaré” (Isaías, 46,4)

La Organización de Naciones Unidas conmemora el 1 de octubre como el “Día Internacional de las Personas de Edad” y en Chile, particularmente, se considera el mes de octubre como un tiempo especial para tomar conciencia sobre la situación de las personas mayores, que actualmente representan más del 18% de la población en el país[1].

El día 4 octubre también se hace memoria del fallecimiento de madre Bernarda Morin, quien partió de este mundo hace 93 años, dejando tras de sí un imborrable recuerdo en quienes tuvieron la dicha de conocerla, lo que gráficamente describió el sacerdote y literato Francisco Donoso: Quedan para Chile los frutos de una vida casi secular; en ellos queda el cariño de esa alma a nuestra tierra, amor evangélico multiplicado en obras de caridad, de instrucción y de amparo, a lo largo de toda la República […] Se ha ido una mujer cumbre que sabía descender por la caridad hasta la miseria humana, un alma nutrida de los consejos evangélicos que amaba entrañablemente a Chile, una excepcional mujer cuya figura elevarán los años al sitio de honor que le corresponde en la Historia Religiosa de nuestra América”[2].

Fallecida a los 96 años y nueve meses de edad, madre Bernarda fue consignando en innumerables pasajes de la correspondencia que mantenía con las hermanas y con parte de su familia el modo en que vivió su ancianidad. De manera sencilla y coloquial va contando los pesares propios del paso del tiempo:

Mi vista ha disminuido mucho, solo de cerca conozco a las personas. El oído me hace mucha falta pero sobre todo la memoria así como los números y los nombres no están siempre a mi disposición y vuelven cuando la necesidad ya ha pasado”[3].

“La edad trae cierta disminución de fuerzas que es necesario respetar. Estoy en mi octogésimo primer año. No solamente declinan las fuerzas corporales, sino también la inteligencia, la memoria, etc. La acción de la muerte se manifiesta en la vista, en el oído, etc. [4]”.

“El 11 de mayo próximo cumpliré 75 años de religiosa y muy pronto 73 en Chile; eso te explicará que me cuesta mucho escribir en francés; estoy en mis 93 años de edad así que todo me advierte que estoy muy cerca de la eternidad”[5].

Sin proponérselo, la fundadora de las Hermanas de la Providencia en Chile es un ejemplo de cómo la vida ordenada y activa en lo físico y lo intelectual, mejoran las condiciones de salud y permiten tener una ancianidad plena. Con 88 años expresa una envidiable salud y energía:

“El 7 del presente he llegado de la visita de nuestras Casas del Sur: de Linares, Concepción, Schwager y Temuco. Este largo viaje, lejos de cansarme, me ha dado nuevas fuerzas para ir todavía a visitar nuestras Casas del Norte. Nuestras Hermanas lo desean mucho y esto es una gran satisfacción para mí, ver prosperar nuestras casas y hacer, según la medida de nuestras fuerzas, todo el bien posible”[6]. Y un año después comenta: “Mi salud está mejor este año que los anteriores. Camino fácilmente. La vista y el oído me permiten aún ocuparme personalmente de los asuntos de la casa y la Congregación”[7]. A los 91 escribe: “A menudo me siento fatigada pero una buena noche renueva mis fuerzas y con alegría me someto a los trabajos del día”[8]. Algo más joven, con casi 73 años expresa: “Al presente mi salud es bastante buena para mi edad. Aprovecho para trabajar como una jovencita”[9].

 Pero, sobre todo, la Sierva de Dios es un testimonio de fidelidad a aquello por lo que vivió intensa y generosamente: su consagración a Dios y el servicio a los pobres. Ella expresa:

“¿Cuántos días nos quedan de peregrinación? No lo sé. Esta incertidumbre me obliga a dirigir toda la fuerza y la ternura de mis deseos hacia el Cielo. A mi edad, todo me advierte que de un día para otro se abrirán para mí las puertas de la Eternidad”[10].

Hay mucha probabilidad de que veré cumplirse mis cincuenta años de profesión y de servicio a los pobres. De todas maneras yo trato de vivir preparada para el viaje a la eternidad”[11].

“Doy gracias a la divina Providencia que me ha acompañado y sostenido durante el largo viaje de esta vida […] Todo marcha bien gracias a la divina Providencia. Yo espero con gusto el momento de partir”[12].

Que a ejemplo de madre Bernarda, vivamos con gratitud cada momento de nuestra existencia y pidamos de una forma especial su intercesión, para que, en todas partes del mundo, las personas mayores sean amadas, respetadas y tengan una vida digna bajo el amparo de la amorosa Providencia que vela tiernamente sobre sus creaturas[13].


[1] https://www.ine.cl/prensa/detalle-prensa/2022/09/27/cerca-de-un-tercio-de-la-poblaci%C3%B3n-de-chile-en-2050-estar%C3%ADa-compuesta-por-personas-mayores#:~:text=La%20mayor%C3%ADa%20de%20esas%20personas,72%2C0%25%20en%202050.

[2] Donoso, Francisco, Columna “La Madre Bernarda” en el Diario Ilustrado, octubre 1929.

[3] “Cartas de Madre Bernarda Morín”, Santiago, 1980, p.87.

[4] Extractos de Correspondencia de madre Bernarda con su familia, carta de 1905, tomado de “Copia Archivo Cancillería, arzobispado de Quebec”.

[5] Ibíd. p.111

[6] Extractos de Correspondencia de madre Bernarda con su familia, tomado de “Copia Archivo Cancillería, arzobispado de Quebec”.

[7] “Cartas de Madre Bernarda Morín”, Santiago, 1980, p. 100.

[8] Ibíd. p 110

[9] Extractos de Correspondencia de madre Bernarda con su familia, tomado de “Copia Archivo Cancillería, arzobispado de Quebec”.

[10] Extractos de Correspondencia de madre Bernarda con su familia, tomado de “Copia Archivo Cancillería, arzobispado de Quebec”.

[11] Extractos de Correspondencia de madre Bernarda con su familia, tomado de “Copia Archivo Cancillería, arzobispado de Quebec”. Sus Bodas de Oro fueron el año 1902.

[12] Extractos de Correspondencia de madre Bernarda con su familia, tomado de “Copia Archivo Cancillería, arzobispado de Quebec”.

[13] Máxima de madre Bernarda Morin.

 
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