3 de enero de 2017
“Me alegré cuando partí a la Casa del Señor” Salmo 121,1.
Hermana Milka Beros, más conocida en la Congregación como la Madre Inés, nació en Cochabamba Bolivia, el 13 de junio de 1924 y adoptó la nacionalidad chilena, luego de que sus padres Francisco y Margarita se radicaran en Antofagasta.
Ingresó a la Comunidad el 12 de septiembre de 1947, después de una dura y dolorosa prueba, pues su madre se oponía a que se hiciera religiosa; sin embargo, su vocación fue más fuerte y decidió continuar a pesar de todo. Tomó el hábito el 28 de marzo de 1948, hizo su primera profesión el 15 de octubre de 1949 y la profesión perpetua el 1 de abril de 1955.Su primera misión en la década de los años 1960 fue directora del internado San Pio x, entidad que perteneció a la casa local.
Profesora de matemáticas, sirvió a la Congregación como destacada profesora en la escuela San José, colegio Providencia del Sagrado Corazón de Temuco, liceo Santa Teresita de LLo-LLeo,Centro educacional Santa Clara en Santiago, colegio Carmela Larraín de Infante de Maipú, siendo directora en estos dos últimos establecimientos. En otros colegios ejerció diversos roles, tales como: Contadora en los Sagrados Corazones de la Serena, catequista, promotora vocacional y directora del internado de Linares, responsable de la pastoral en la escuela técnica Juana Ross de Edwards en la Serena
Estuvo entre 1974 y 1975 en la Residencia Madre Gamelin de Limache, para ser trasladada en 1976 a la Casa Local en Santiago, donde estuvo a cargo de los oficios, y la alimentación. Desde el año 1999 hasta 2013, trabajó con ahínco y gran dedicación en el proceso de beatificación de Madre Bernarda, siendo la responsable del Centro por varios años.
El año 2014 es enviada a la Comunidad Bernarda Morín, por motivos de salud, pero siguió trabajando en el Proceso de Beatificación de Madre Bernarda, labor que debió interrumpir al año siguiente, pues ya no tenía las fuerzas necesarias para continuar.
Hermana Inés tenía merecida fama de mujer de carácter fuerte, lo que denotaba desde su porte hasta en la forma de hablar, lo que no le impidió ser muy querida por sus ex alumnas, con las que mantuvo contacto permanente hasta el final sus días, quienes con cariño y dedicación la visitaban durante su estadía en la Comunidad Bernarda Morín.
Responsable y trabajadora incansable, quería mucho a sus hermanas y a la Congregación, de la cual conocía la historia al detalle. Le agradecemos todo lo que nos aportó en vida, particularmente en su trabajo en pos de la Causa de Madre Bernarda y le decimos con cariño, hermana:
Descanse en Paz y ore por nosotras
