Por Loreto Fernández M. Oficina Causa de Beatificación Madre Bernarda Morin.
La devoción a la Virgen de Dolores es anterior a la fundación de nuestra Congregación, pues la Beata Emilia Gamelin era profundamente devota de Nuestra Señora, a la que recurría cotidianamente en busca de consuelo y fortaleza, bajo esa advocación. Las primeras siete religiosas del Instituto, incluida madre Emilia, recibieron de manos de monseñor Bourget siete rosarios para rezar la “Corona de los Siete Dolores” y hasta hoy “las comunidades locales celebran la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores como una fiesta solemne en la Congregación” (Constituciones 41). El 15 de septiembre, día en que el santoral de la Iglesia Católica dedica a su festividad, es el día en que las hermanas renuevan sus votos religiosos de castidad, pobreza y obediencia.
Hasta el día de hoy también, las comunidades de las Hermanas de la Providencia prenden cada viernes el cirio con siete velas en honor a Nuestra Señora de los Dolores, voto que las hermanas efectuaron ante una epidemia de tifus que estaba diezmando tanto a los huérfanos como a las mismas religiosas que trabajaban atendiéndoles en el Hospicio de Sain-Jerôme y el alberge de la Pointe Saint- Charles, lo que hizo temer por el futuro de la incipiente Congregación. Gracias a la fe, en palabras de Monseñor Bourget, muchas hermanas sanaron y también llegaron nuevas vocaciones a reemplazar a aquellas que habían muerto[1].
A pesar de los noventa años en que las Hermanas de la Providencia de Chile estuvieron formalmente separadas de las de Montreal[2], sabemos que el estilo de vida, el carisma y la espiritualidad se mantuvieron, pues madre Bernarda siguió fielmente el legado recibido de madre Emilia y de monseñor Bourget; ejemplo de ello es que en la abundante correspondencia que la Sierva de Dios Bernarda Morin sostuvo con la Casa Madre en Montreal, se repiten los gestos de comunión, como mandar informes de todo lo que va pasando en Chile al Consejo General, pedir las Constituciones y otros documentos, hacer consultas sobre procedimientos al interior de la comunidad, etc., sumadas a las reiteradas expresiones de filial afecto como la que sigue: “deseamos ardientemente vivir la vida de ustedes y reproducir aquí su espíritu de orden y caridad”[3].
No es de extrañar entonces que algo tan arraigado en la espiritualidad de las Hermanas de la Providencia desde sus orígenes, como la devoción a la Virgen de Dolores, se propagara profusamente en Chile y que fuera su imagen la que presidiera la fachada de la Iglesia de la Casa Matriz[4]. Además, así como Emilia tenía motivos de sobra para sentir su corazón traspasado de dolor por la muerte de su esposo e hijos, Bernarda tuvo en su larga vida sufrimientos profundos que de seguro recibieron consuelo en los amorosos brazos de María.
La vida humana está marcada por el dolor, el fracaso, los miedos, las contradicciones; sin embargo, desde la experiencia de la fe en Jesucristo, la última palabra siempre es de vida buena y abundante. Mientras peregrinamos a esa plenitud, estamos invitados a encarnar con nuestras palabras y nuestras acciones de solidaridad, justicia y compasión, aquello que anhelamos. ¿Queremos ser felices? Miremos a Emilia y Bernarda y aprendamos de ellas a transformar el dolor en esperanza y cuando sintamos que no tenemos fuerzas o todo se oscurece, a ejemplo de estas grandes mujeres, volvamos nuestros corazones hacia Ella, al pie de la Cruz, liberémonos interiormente ante el sufrimiento y desarrollemos la compasión necesaria para ir, con una actitud receptiva, hacia las personas necesitadas[5].
Para finalizar les compartimos citas de Madre Bernarda extraídas de algunas de sus cartas[6], invitando a todos a entregarse confiadamente en brazos de María, Madre de Dolores:
“Roguemos a la Virgen de Dolores nuestra querida Madre nos alcance de Dios la gracias de amarla muy sinceramente. Cuántos bienes nos vendrían con esta preciosa devoción. Si amamos de veras a la Santísima Virgen luego amaríamos sinceramente a Dios”.
“Acudamos a Nuestra Señora de Dolores y a los Santos Ángeles para que defiendan y protejan nuestra amada Congregación”.
“Vivamos muy unidas en el corazón de nuestra Sra. de Dolores”.
“A todas y cada una de ustedes las tengo en mi corazón y las amo muy sinceramente. A cada una en particular las abraza muy tiernamente en el corazón de Nuestra Señora de Dolores”.
[1] Información encontrada en el Facebook de SP-Internacional.
[2] El 17 de marzo de 1880 el papa León XIII decreta la separación definitiva de Canadá, hasta el 1 de julio de 1970 fecha de la reunificación.
[3] Carta de madre Bernarda a sor María Antonieta, superiora general. Santiago, 7 de octubre de 1902
[4] La Iglesia Matriz fue fundada el 27 de abril de 1890 y devastada en un incendio el 24 de enero de 2011
[5] Cf. Constituciones de las Hermanas de la Providencia N°41
[6] “Cartas de Madre Bernarda a Hermanas 1924-1876” Archivo Provincial