5 de junio de 2015 – El pasado 23 de mayo, en el marco de una multitudinaria celebración en la Plaza Salvador del Mundo de El Salvador, se efectuó la beatificación de Monseñor Óscar Arnulfo Romero, quien siendo Arzobispo del lugar, fue asesinado 35 años antes mientras celebrara la Eucaristía.
La camisa que usaba ese día, con los rastros de su sangre fue expuesta durante la ceremonia, momento en que también Monseñor Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos y delegado papal para la ocasión, dijo en su homilía que el martirio de Monseñor Romero no fue una improvisación, sino una larga preparación porque era un hombre de fe inquebrantable.
Por su parte, en la Carta enviada por el Santo Padre, se expresó que quienes tengan a Monseñor Romero como amigo en la fe, quienes lo invoquen como protector e intercesor y también quienes admiren su figura, encuentren en él fuerza y ánimo para construir el Reino de Dios, para comprometerse por un orden social más equitativo y digno.
Como miembros de la Iglesia Latinoamericana nos alegramos por el reconocimiento a este pastor mártir, que con su ejemplo nos anima a la radicalidad Evangélica.