26 de mayo de 2017 – Este jueves 25 de mayo falleció hermana Carmen Garrido, última hermana de las Franciscanas de Santa Verónica de Giuliani, Congregación que se encontraba bajo la tutela de las Hermanas de la Providencia. Hermana Carmen vivió con nosotras hasta sus últimos días en la Comunidad Bernarda Morin, por ello, la despedimos con una emotiva ceremonia, el pasado sábado 27 de mayo, en una misa funeral realizada por Padre José Casali, a quien acompañó Mons. Jorge Concha Cayuqueo, Obispo Auxiliar de Santiago, Vicario para la Pastoral Social Caritas y Vicario Episcopal para la Vida Consagrada.
Padre José Casali destacó la humildad y espíritu de esfuerzo de Hna. Carmen: “Fue una mujer muy sencilla y trabajadora, realmente comprometida por los pobres. Mantuvo impecables los hogares de ancianas en los que llevaba su ministerio”.
Madre Carmen también destacó por el gran cuidado que tuvo con sus hermanas enfermas y por renovar el lugar de sepultura de su Congregación. “Es indiscutible que fue una mujer que consagró toda su vida, una monjita justa y buena”, comentó Padre Casali.
Así también lo manifestamos como Provincia en su despedida, indicando en la necrología leída durante la misa funeral que Hna. Carmen fue “una mujer linda por dentro y por fuera, (…) de carácter fuerte, simpática y divertida. Era un placer compartir con ella y conmovía el que hasta el final de sus días mantuviera una profunda caridad y preocupaciones por las necesidades de quienes le rodeaban. Aún con sus facultades mentales menguadas, preguntaba a quien le saludaba si había comido o necesitaba alguna cosa. Del mismo modo, su piedad se mantuvo intacta, siendo un ejemplo de fidelidad religiosa”.
Ofreciéndosele la oportunidad de integrarse a nuestra Congregación, lo que hicieron varias de sus hermanas, Madre Carmen fue clara y categórica: sería Verónica Franciscana hasta el final de sus días. Y así fue, nunca abandonando el amor por su Congregación original.
No llegó a ser una de las nuestras, pero estuvo muy cerca de nosotras, y por ello agradecemos de corazón a la Providencia el haberla puesto como ejemplo en nuestro camino.
A continuación, les compartirnos íntegra su necrología:
NECROLOGÍA DE HERMANA CARMEN LUISA GARRIDO PARDO
Hermana Carmen nació el 15 de marzo de 1929. Fue religiosa de la Congregación chilena diocesana: Franciscanas de Santa Verónica de Giuliani, la que fue fundada en 1887 por la hermana María del Santísimo Sacramento Ugarte, religiosa del Buen Pastor, con el fin de acoger huérfanas, educarlas y prepararlas para la vida laboral.
Al decrecer el número de hermanas y no poder mantener sus obras, el Cardenal y Arzobispo de Santiago, Monseñor Silva Henríquez le pidió a la hermana Manuela González, que dirigiera la Congregación, la que desde ese entonces pasó a estar bajo la tutela de las Hermanas de la Providencia. En este proceso, cada hermana de Santa Verónica tomó la decisión que estimó, entre las que estaban el integrarse a la Congregación de la Providencia, lo que hicieron varias de ellas. Sin embargo, hermana Carmen fue clara y categórica, sería Verónica Franciscana hasta el final de sus días.
En sus propias palabras, sintió a los 14 años la inquietud de ser religiosa, pero tuvieron que transcurrir otros 14 años antes de entrar, pues tras la muerte de su mamá, se quedó acompañando a su padre. Ingresó al convento el 5 de julio de 1959, sintiendo en lo más profundo de su ser que esa sería su vida hasta el último día.
Su formación inicial en el postulantado y noviciado transcurrió con mucha paz, gracias a su Maestra de novicias, a la cual recordó siempre con profundo cariño y a sus dos compañeras, con las cuales convivió en armonía. Contaba que no le costó adecuarse a esta nueva vida, pues su afán de servir a Jesús hacía todo muy llevadero.
Una vez profesa fue destinada a la comunidad de San José en la calle Robles, en la que permaneció durante 3 años. Hizo sus votos perpetuos en la Casa Matriz de la calle López y de ahí fue trasladada a la comunidad que las hermanas tenían en Peñalolén donde hizo clase a niños y los preparó para la Primera Comunión. Posteriormente fue trasladada a la Casa Matriz como Maestra de Internado y luego fue mandada a Lo Vásquez, donde trabajó por 2 años.
Su apostolado prosiguió como superiora en el Hogar de Ancianas San Antonio de Padua en la calle Salvador.
Ella relató que le tocó vivir tiempos de mucha tristeza al ver envejecer y fallecer a sus hermanas, sin nuevas vocaciones y tener, por tanto, que esperar el fin dependiendo de otra Congregación.
Fiel a la vocación que recibió del Señor y a su voluntad de permanecer como hermana Verónica Franciscana hasta su muerte, estuvo viviendo en el Pensionado “Nuestra Señora de los Dolores”, luego en la Comunidad San Vicente de Paul en Limache y cuando su estado de salud se deterioró, llegó a la Comunidad Bernarda Morín, donde permaneció hasta el fin de sus días.
Era una mujer linda por dentro y por fuera, de presencia menuda y, sin embargo, con una gran personalidad; de carácter fuerte, simpática y divertida. Era un placer compartir con ella y conmovía el que hasta el final de sus días mantuviera una profunda caridad y preocupaciones por las necesidades de quienes le rodeaban. Aún con sus facultades mentales menguadas, preguntaba a quien le saludaba si había comido o necesitaba alguna cosa. Del mismo modo, su piedad se mantuvo intacta, siendo un ejemplo de fidelidad religiosa.
Querida hermana, estuviste muy cerca de nosotras. De corazón te decimos:
Descanse en Paz y ore por nosotras.