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Hermanas de la Providencia

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Casa Provincial:

+ 56 2 2205 5947 comunicaciones @providenciasp.cl

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Terranova 140, Providencia, Santiago, Chile.

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Lunes a viernes de 9:00 a 13:30 hrs. y de 14:30 a 18:00 hrs.

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Conoce algunas de las sabias reflexiones de Madre Bernarda

madre bernardaPor Hermanas de la Providencia.

Queremos aprovechar el Mes de la Providencia, para compartir algunas reflexiones de Madre Bernarda, escritas tanto a las Superioras como a las otras Hermanas.

Si bien es cierto el lenguaje tiene los giros de la época e inclusive algunas de sus afirmaciones pueden ser cuestionadas desde la actual concepción de la vida religiosa, son evidentes las intuiciones de profunda humanidad, sabiduría y compromiso cristiano de Madre Bernarda, más allá de las limitaciones propias de la respuesta concreta de fidelidad dada en un determinado contexto histórico. Este es sin duda otro valor digno de seguirse, pues no podemos dar nuestro sí, más que en el cúmulo de circunstancias que nos rodean, configuran y proyectan.

Nuestra Madre supo “leer su realidad” y actuar en fidelidad.  Por ello, sus dichos atraviesan el tiempo, presentándose como valiosos para la vida religiosa y laical de quienes nos animamos al seguimiento de Jesús.

¡Que a tod@s nos sirvan de provecho!

  • En no pocas ocasiones es muy difícil discernir la verdad… Para aquellas personas confusas es mejor actuar con calma y darles tiempo.
  • Para la vida comunitaria es muy importante soportarse unas a otras, reconociendo que es más fácil ver la paja en el ojo de las hermanas, que la viga en los nuestros. Aceptarnos así, desde nuestras mutuas debilidades trae gran paz de espíritu y tranquilidad en la vida comunitaria. Por lo mismo, hay que discernir que faltas se deben corregir y cuales conviene soportar.
  • La vida de una hermana de la Providencia se encierra en estas dos palabras: orar y trabajar. El trabajo no tiene que estar orientado ni entendido meramente como un negocio o en vistas a mayores bienes. El trabajo es parte del ser cristian@ y nos une con Jesús, siendo así un camino para la santificación.
  • Hay que tener la mayor dedicación en la formación humana y cristiana con las personas que se atienden en las obras, puesto que ello les servirá para que tengan una buena vida. Del mismo modo, no se debe abusar de la confianza y buena voluntad  de las personas que trabajan con nosotras.
  • Esperarlo todo de las hermanas sería un error, una ilusión, cada cual tiene sus faltas y miserias. Por ello, hay que actuar con generosidad, caridad, dignidad y confianza en Dios, contentándose con lo bueno sin exigir lo mejor.
  • Con respecto a la administración del orden temporal y su importancia, se debe cuidar con responsabilidad, pero sin inquietudes exageradas ni angustias, confiadas en que Dios nos sostiene en las inevitables dificultades.
  • La vocación religiosa es una llamada a la felicidad y nos hará felices si en ella observamos la vida cristiana, junto con nuestras Constituciones y reglas. Si no me encuentro feliz es necesario examinarse y remediar la causa, sabiendo que para ser felices se necesita tener buen carácter, saber hacerse mutuas concesiones, no murmurar de nadie ni despreciar cosa alguna, saber tolerar y confiar en la gracia de Dios.
  • Quien ejerce autoridad le irá bien en la medida en que lo practique con humildad, abnegación y caridad, teniendo siempre a Jesucristo como el modelo a seguir.
  • En casos difíciles o que hieren nuestro amor propio, es bueno darse tiempo para reflexionar y discernir, así evitaremos actuar con ánimo agitado y faltar a la caridad. El deber de una superiora es enseñar, consolar, alentar, sostener, llevar y aún en muchas ocasiones, cargar a nuestras hermanas (…). Es muy consolador oír hablar bien del prójimo y más de sus hermanas. No seamos ligeras en juzgar mal de nuestras hermanas; interpretemos siempre en sentido favorable sus acciones y procuremos siempre la caridad y la paz.
  • Una comunidad dividida en el espíritu, aunque exteriormente observe cierto decoro, pierde su fortaleza, pierde la caridad, pierde el espíritu de oración y se convierte en doloroso purgatorio.
  • El secreto de la santidad y la felicidad es estar siempre con los ojos puestos en Jesús, tener anhelos de Jesús con nuestras palabras y en la realidad.
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