Por Loreto Fernández.
Hermana Ivette Demers ha trabajado la mitad de su vida, desde hace 42 años, en la causa de beatificación de Madre Emilia, hermosa y desafiante labor que inició como asistente de la Hermana Therese Frigon. Dedicada primeramente a la enseñanza, antes de comenzar sus labores en esta causa se desempeñaba como directora de un centro que cerró, el cual abandonó un 4 de abril, para empezar sin pausa al día siguiente sus nuevas labores.
Quisimos conocer las impresiones de esta Hermana que ha trabajado con tanta abnegación y cuyos frutos vemos en la beatificación de nuestra querida Madre Emilia, causa que continúa con la esperanza de que pronto la podamos venerar como Santa y, de ese modo, su ejemplo de caridad pueda ser semilla del Evangelio para much@s en la Iglesia.
En relación a lo que ha significado para ella en términos personales este largo trabajo de la promoción y beatificación, Hermana Ivette nos cuenta que tiene la impresión que fue la Providencia que la ha llevado a todas estas etapas, y empieza rememorando su entrada a la Congregación: “Vine a Montreal con un tío que me invitó a conocer la ciudad, porque yo no era de acá, y al salir del tren lo primero que vi fue el Asilo de la Providencia, la primera Casa Madre que estaba ahí. Le pregunté a mi tío qué era eso, qué hacían esas religiosas, y me respondió que se ocupaban de los ancianos, lo que me impresionó mucho porque de niña me criaron mis abuelos. Eran las 3 de la tarde y a las 4 golpeé la puerta preguntando a la religiosa que me atendió si había algún trabajo para mí en el lugar. La respuesta fue que, si lo deseaba, enseguida. Tenía yo 16 años y trabajé ahí por 2 años, durante los cuales fui a rezar todas las mañanas y todas las noches a los pies de Madre Gamelin”.
Hermana Ivette prosigue contando que hoy en día se da cuenta que Madre Emilia la ha protegido y la ha guiado y, por lo mismo, “es lo más normal que trabaje en su Causa”. Agrega que pide “al Señor tener salud y fuerza mientras pueda para seguir en el trabajo”.
Quisimos saber de algún aspecto que le hubiese llamado particularmente la atención, después de tantos años indagando en la figura de nuestra fundadora. Al respecto expresó que le sorprendía “la disponibilidad de Madre Emilia a todo lo que pasaba durante toda su vida: cuando ella era joven tenía por lo menos el deseo, o algo así, de seguir adelante como religiosa… es lo que parece leyendo las cosas… y bueno, siempre amando a los pobres. Luego conoce a su esposo, que tenía el mismo amor por los pobres como ella, y esto le permite financiar sus ideas y las obras. Ambos tenían un mismo objetivo. Pero vino la muerte de su marido y de sus 3 hijos y ella lo aceptó. Además de su disponibilidad, impresiona la flexibilidad que tenía a todos los eventos, a todas las circunstancias que se iban dibujando en su vida”.
Quisimos terminar nuestra conversación preguntándole a Hermana Ivette el por qué a su juicio tendría que interpelarnos hoy la figura de Emilia: “Si ella volviera hoy, encontraría las mismas necesidades, las mismas miserias sobre otros aspectos: los pobres, los jóvenes… Hablamos hoy en la mañana acerca de la plaza de Emilia Gamelin (se refiere al encuentro MACC) y cómo en su tiempo existía la ‘obra de la sopa’, una de las grandes obras de las Hermanas, y cómo hoy día en el mismo lugar, en la misma plaza, ella nos llama a las mujeres de hoy día, a nosotras las religiosas”.
“Hay una película ‘Le discret’”, continúa Hermana Ivette, “que es un documental independiente que se hizo sobre las Hermanas de la Providencia, que ilustra bien que hoy las Hermanas están involucradas con las necesidades de los empobrecidos, como los alcohólicos o con otros tipos de dependencias, en el mismo lugar donde Emilia se hacía cargo de las necesidades de los empobrecidos de su tiempo. Por eso es esencial que Emilia Gamelin sea cada vez más conocida y tengo un gran deseo que ella sea canonizada muy pronto. Que cada vez más personas la conozcan. En Chile hay también una gran mujer que es Madre Bernarda, que fue capaz de transmitir el Carisma y la Misión de Emilia por todo Chile, y Madre Joseph, que se fue al Oregón, Estados Unidos, a transmitir esa misma misión. Si grandes mujeres como Madre Bernarda y Madre Joseph fueron capaces de ir a Chile y al Oeste de Estados Unidos a transmitir el carisma y la misión, quiere decir que Emilia merece ser conocida cada vez más en todos los ámbitos”.
(Traducción gentileza de Nadia Bertoluci).