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Hermanas de la Providencia

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Casa Provincial:

+ 56 2 2205 5947 comunicaciones @providenciasp.cl

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Terranova 140, Providencia, Santiago, Chile.

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Lunes a viernes de 9:00 a 13:30 hrs. y de 14:30 a 18:00 hrs.

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Después de 36 años, la generación del ’79 de Colegio Santa Rosa tuvo su ceremonia de graduación

notagraducion79cabecera

7 de mayo de 2015Un grupo de ex alumnas de nuestro Colegio Santa Rosa, ubicado en la Comuna de San Miguel en Santiago, vivieron recientemente la hermosa experiencia de poder celebrar su licenciatura, casi 36 años después de finalizada su etapa escolar.

La ceremonia, que debía realizarse en diciembre de 1979, fue suspendida por la pérdida de unos esténciles de pruebas, hecho que nunca fue aclarado. Ahora, producto de las gestiones que las mismas ex alumnas realizaron con las Hermanas de nuestra congregación, gracias a los contactos surgidos en los encuentros de ex alumnas organizados por nuestro Centro de Espiritualidad (CEP), fue posible llevar a cabo esta anhelada actividad.

Allí estuvieron hij@s,  niet@s, madres y padres de muchas de ellas, las que emocionadas regresaron a su comunidad educativa a cerrar un ciclo. Pese a los problemas, el cariño y el recuerdo por su colegio quedaron grabados para siempre en muchas de ellas, por ello, pusieron lo mejor de sí para que su licenciatura fuese efectuada con decoro, preocupación por los detalles y fiel al espíritu de simplicidad propio de nuestra Congregación.

En la ceremonia fueron acompañadas por la Hermanas Nancy Arévalo, Claudia Vargas, Teresita González y Marta Alvear, quienes pudieron experimentar el afecto que estas egresadas mantienen hasta hoy por su colegio y “sus monjitas”.

Durante la actividad se premió a aquellas que estuvieron desde kínder y se recordó a las ausentes, algunas de ellas ya fallecidas, culminándose la ceremonia con un vino de honor.  Todo estuvo lleno de momentos emotivos que nos invitan a decir de corazón: “Providencia de Dios, muchas gracias te doy”.

En los recuadros a continuación les dejamos las palabras de tres participantes de esta hermosa jornada y más abajo podrán encontrar imágenes de lo vivido.

Palabras de Berta Silva Costa, Profesora de Lenguaje del 4°B en 1979

BERTA SILVA COSTAQueridas madres de la Congregación Hermanas de la Providencia; mis lindas chiquillas egresadas el año 1979:

Es una gran alegría para todos los que estamos aquí en este momento que es tan especial para Uds., ya que significa completar ese final de año 79 en que faltó algo… una ceremonia.  Hoy día se cumplen los deseos de todas aquellas niñitas al recibir el diploma de graduación siendo mujeres.

Seguramente hay personas que ya no las acompañan, pero sí hay personitas que antes no existían y que han sido el regalo que Dios les dio: vuestros hijos, ¿podría decir nietos?

Me siento muy feliz de que después de 36 años volvamos a encontrarnos en nuestro colegio, alumnas de los cuartos A y B, profesores y las queridas Madres. Felicitaciones a todas las que lograron este encuentro.

Queridas chiquillas, hoy cada una de ustedes tiene una vida realizada y que ha sacado adelante con alegrías y dolores, con caídas y levantadas. Nadie dijo que vivir es fácil. Pero sí vivir es hermoso, y ustedes merecen ser felices. La felicidad no es solo una vida cómoda, sino un corazón enamorado de la vida.

Hoy piensen que tienen nuevos ojos y miren todo como si fuera la primera vez. Y por eso quiero recordarles a alguien que seguramente a más de alguna le trajo dolores de cabeza, bostezos o risas. Adivinen: “Las locuras de Don Quijote”. Algunas locuras que hacen pensar que don Quijote no era un loco. ¿Qué piensan ustedes?

La locura de la paz en lugar de la locura de la guerra.

La locura del perdonar, en lugar de la locura de culpar.

La locura de querer ser yo y no la locura de querer que seas como yo.

La locura de amar en lugar de la locura de poseer.

Y… la cordura de sabernos locos, en lugar de la locura de creernos cuerdos.

Chiquillas queridas, sean felices con lo que tienen y con quienes tienen a vuestro lado, recuerden que el Señor siempre está con nosotros.

No importa el tiempo que pasa y se va, lo que importa es la vida a cualquier edad. No importan las canas, importa la vida y vivirla con ganas.

Búscate una estrella que sea tu guía. No hieras a nadie, reparte alegría…

Mi cariño para siempre.

Berta Silva Costa, Profesora de Lenguaje del 4°B en 1979.

Palabras de Blanca Vergara, alumna de 4° año A en 1979

Buenas tardes:

BLANCA VERGARACorría el año 1967, siendo en ese entonces la Madre Gerardina la Superiora de este colegio, un grupo de niñas ingresábamos a primero básico. Nuestros padres seguramente soñaron con que nos fuera bien en esta nueva aventura que emprendíamos y también confiaron en estas religiosas para que nos formaran como personas que aportaran al mundo con sólidos valores.Así fue que un grupo de niñas se juntó a hacer su vida, la aventura de crecer.

Creo que mis compañeras y yo tenemos en nuestras memorias el viejo piano de la señorita Hilda. Rememoramos las melodías que saltaban por esas salas, aprendimos las primeras palabras que se escapaban del antiguo silabario hispanoamericano: “pa… pe… pi… po… pu…”. Ese mismo silabario que la misma señorita Hilda sacaba de su bolsón de cuero, aroma que aún a la fecha trae a mi mente esos momentos. Ella con infinita paciencia nos enseñaba a cantar el Himno Nacional y tantas otras melodías.

¿Cómo no recordar a la linda profesora Bernardita? Ella que con pasión nos iba enseñando las distintas disciplinas del saber y también acerca de los primeros amores de infancia. Tenía dos hijos, tan bellos como su madre y nosotros suspirábamos por ellos. La verdad es que debo confesar que no sé si aprendimos tanto de las materias, pero sí puedo asegurar que aprendimos a diferenciar lo feo de lo guapo.

Las madres de esta Congregación desarrollaron en nosotras los dones que nos dio el Señor, según nuestras propias diferencias. Tuvimos talleres de guitarra, baila español, tejido, bordado, danza árabe y una linda banda de instrumentos… ¿Se acuerdan? Gracias a eso teníamos todos los años preciosas presentaciones en el Teatro Cariola.

En nuestra infancia, teníamos como única preocupación el sonido de la campana para el recreo. Corríamos a tomar posesión del mejor lugar del patio para jugar al luche, el elástico, o a saltar la cuerda. Había que ganar el mejor puesto. Para qué decir la tole tole que quedaba para conseguir una pelota en la inspectoría, y después pelear los arcos de la cancha para un buen partido de basquetbol.

Cómo olvidar los desfiles del 1° de mayo… pasábamos varias semanas ensayando para que saliera perfecto. O ese antiguo pasillo rojo en el que disfrutábamos poniendo a una compañera sobre el chaleco mientras otras dos por el lado  deslizábamos a la afortunada, corriendo.

¿Recuerdan el cargo de conciencia que experimentábamos si se nos olvidaban en la casa las flores para el Mes de María?

Otro hecho que nos marcó para siempre a muchas de nosotras fue que apadrinamos un Hogar de niños de bajos recursos en la Ciudad del Niño, actividad que nos ayudó a conocer para siempre la solidaridad y la fraternidad.

Linda fue nuestra infancia y la vida siguió su curso. Debíamos crecer…

Y esa memorable imagen del Corazón de Jesús al que debíamos saludar de puntillas… Ya se hacía de nuestro porte…Ya no nos debíamos empinar…

La María ya no nos dejaba tan fácilmente entrar atrasadas…

Aprendimos que nuestras queridas monjitas vivían en comunidad… Y ese hecho de traspasar el umbral y verlas en sus vidas cotidianas, era todo un misterio: las vimos sin su toca y nos dimos cuenta que tenían cabello igual que nosotras y que también se peinaban… ¡Créanme, fue todo un descubrimiento!

Se nos hicieron más cercanas. Era muy divertido y a veces vergonzoso cuando estábamos en clases, pidiendo la palabra y les decíamos, casi gritando: ¡“Madre…Madre…Madre…Mamá, Mami!

La vida era tan simple.

Conocimos el huerto del colegio y considerábamos que ese fue un maravilloso lugar para paseo de curso. Sacábamos ciruelas y limones y acudíamos a la entrañable señora Elba o a nuestro querido Emilio, a quienes les pedíamos sal para comerlos. Ellos también nos preparaban las agüitas de hierbas para las más diversas enfermedades, unas verdaderas y otras…

Gracias, gracias a todas y gracias por todo.

Blanca Vergara, alumna de 4° año A en 1979.

Carmen Díaz Orellana, alumna de la generación del ‘79

El sábado 18 de abril se realizó en el Colegio Santa Rosa un singular encuentro: después de 36 años la generación del ’79 tuvo su Ceremonia de Graduación.Algo que comenzó como una humorada, se fue transformando en una realidad; un sueño que se truncó en la adolescencia, se transformó en una experiencia inolvidable.

Treinta y cuatro ex alumnas ese día nos preparamos para cerrar un ciclo. Ciclo en el que nos iban a acompañar nuestros padres y en el que nos terminaron acompañando nuestros hijos y algunos nietos. Felices por el reencuentro y tristes por aquellas que ya han partido, pero entusiasmadas y emocionadas, con el alma como de diecisiete.

Hubo discursos emocionados, risas, lágrimas, abrazos, música y danza, caras de antaño y birretes al viento. Todo lo que alguna vez soñamos y que hoy día alcanzamos, profundamente agradecidas de este hermoso gesto reparador.

No puedo dejar de mencionar aquí todo lo que por nosotras hizo la Hna. Nancy, pues sin ella nada de esto hubiera sido posible. Agradecimientos a todos los que con su granito de arena cooperaron para que todo saliera tan bonito.

¡Gracias a la Divina Providencia, por acompañarnos toda la vida!

Carmen Díaz Orellana

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