Cantaré eternamente las misericordias del Señor.
Anunciaré su fidelidad por todas las edades…
Salmo 88.
Hermana Rebeca de la Barra falleció el 26 de octubre a la edad de 93 años de edad y 77 de Vida Religiosa. En 1936, con 16 años y acompañada de su madre, entra al noviciado, donde más tarde, en 1962 iniciaría su labor de formadora como Maestra, servicio que prestó a la Congregación durante 5 años.
Su primera misión en 1939, fue Concepción, ciudad que se encontraba en ruinas tras el terremoto vivido, lugar donde estuvo a cargo de la Escuela “Providencia” durante 5 años, para ser trasladada luego a Llo-lleo, localidad donde va a destacar por su celo apostólico en y desde la educación. Ahí será la responsable de levantar el edificio del Liceo “Santa Teresita” , siendo la primera Directora de este plantel educativo Técnico Profesional y Científico Humanista. Su entrega se vio reconocida por la condecoración como Ciudadana Ilustre de dicho lugar.
En 1967 fue enviada a la Escuela “Santa Clara”, misión de escasos recursos que con su empeño se transformó luego en Técnica Profesional y Secundaria Científico Humanista. Después de 6 años, es llamada a servir como Directora en Ovalle, donde le tocó reconstruir el Internado.
La Casa Local, la Providencia de La Serena y su Cargo como Consejera General, fueron parte de su trabajo, junto con una larga y fecunda presencia en Linares por más de 25 años.
En sus últimos 2 años, residiendo en la Comunidad Bernarda Morin, era habitual verla acompañada de exalumnas que venían a visitarla, por el gran cariño que le conservaban movidas por su ejemplo de entrega y comprensión. Del mismo modo, era frecuente que rememora sus tiempos de Directora, a veces como si aún estuviese en dicho cargo, siempre entusiasta, dando gracias a Dios y alabando tanto al profesorado, como a las estudiantes y sus familias. Siempre sonriente y atenta para con todos quienes le rodeaban, se fue discretamente, después de haber vivido con gozo e intensidad su consagración religiosa y con un dinamismo apostólico extraordinario.
Madre Dolores, como la llamábamos, fue una mujer enérgica, de carácter fuerte, con una gran visión de futuro, y a la vez, compasiva, atenta a las necesidades de las personas, promotora de la formación y la identificación con nuestro Carisma Providencia, con una piedad profunda a Jesucristo y a Nuestra Señora de los Dolores, que inculcó en todos los lugares donde ejerció su misión.
Madre Dolores, descanse en paz y ore por nosotras.
Hermanas de la Providencia
26 de octubre de 2014