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Hermanas de la Providencia

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Al encuentro de los que más sufren

Por Hna. Ema Maureira y Hna. Cristina Urbina. Texto elaborado en base a reflexiones propias y a una recopilación de diversas fuentes.

Este tiempo de pandemia nos pilló un tanto desprovistas/os de muchas cosas. Un tiempo en que, por su prolongación, hemos tenido que pensar no solo en nosotras/os mismas/os sino en los demás.

Es sabido que el comportamiento altruista y generoso se impone en momentos de crisis. En tiempos donde todo se ve peor, la humanidad puede sacar lo mejor.

La sociedad nos «exige» tener una solidaridad inclusiva, esa que empodera a la ciudadanía, la solidaridad que tiende puentes entre las diversas comunidades sociales y evita prácticas asistencialistas que buscan generar dependencia. Por lo mismo, nos pide que promovamos una solidaridad que refuerce las actitudes de confianza social y fraternidad.

En el momento en que brota la pandemia del coronavirus, se nos da la oportunidad de que nazca el “virus” de la SOLIDARIDAD.

Hemos estado desafiadas/os a ir más allá de este dolor y reflexionar sobre el sentido profundo de este tiempo de pandemia. Eso ha implicado volver al núcleo de nuestra fe y discernir cómo Dios se hace presente en estos acontecimientos.

La pandemia debemos mirarla como un «signo de los tiempos», que exige recrear las formas en que somos Iglesia y en que encarnamos el Evangelio. Decirlo se hace fácil, pero la verdad es que hemos estado y estamos ante una cuestión donde no existen recetas predeterminadas. Al estar ante circunstancias inéditas en nuestra historia, estamos exigidas/os a responder con fidelidad creativa y audacia pastoral.

La pandemia nos llama a examinarnos a nosotras mismas/os. ¿Cómo hemos experimentado la solidaridad en este tiempo?

Ha brotado nuestra creatividad, el poner en manos de Dios nuestra confianza más concreta en su Providencia, el estar de algún modo al lado de los que más sufren, sus predilectos. Y como dice Monseñor Carlos Castillo, arzobispo de Lima, en medio de la pandemia Dios nos ha convocado a «pasar de un cristianismo de costumbres a uno de testigos».

El papa Francisco nos ha pedido más solidaridad ante la pandemia. Nos ha invitado a «no lavarnos las manos de los problemas de los demás».

Hemos estado invitadas/os a recentrar la vida de fe en la Palabra, a reconocer que nuestras experiencias también son lugar donde Dios se nos da a conocer y nos llama a colaborar en su misión.

Pero también Dios, en medio de esta pandemia, nos desafía a estar atentos para abrazar su presencia salvífica en lugares inesperados. Le pasó al profeta Ezequiel, uno de los judíos cautivos en Babilonia: acostumbrado a restringir la presencia divina al Templo de Jerusalén, Dios se le apareció en el país de Babilonia, concretamente en el barrio donde vivía con otros exiliados junto al río Quebar (Ez. 1: 1-28). Dios se desplazó hacia los márgenes, abandonando la ciudad santa de Jerusalén, para acompañar a su pueblo sufriente. El testimonio de Ezequiel nos marca dónde debemos situarnos como Iglesia ante la pandemia.

El papa ha pedido que durante la pandemia se incremente la solidaridad de unos con los otros, a no tener miedo de estar juntos, de tener proximidad y cercanía. Porque, “¿qué gran nación tiene a sus dioses tan cerca de ella, como el Señor, nuestro Dios, está cerca de nosotros cada vez que lo invocamos?».

Recordemos al cardenal Raúl Silva Henríquez cuando dijo: «No dejemos que el alma de Chile desaparezca».

Entonces bendita pandemia que nos ha despabilado, nos ha movido a salir del encierro y a ver que cuando nos unimos nos parecemos algo más a Jesús de Nazareth, que nunca paró en su evangelización.

Recordemos algunas palabras de nuestras fundadoras

«He rezado para que Uds. amen siempre a los pobres y para que siempre conserven la paz y la unión entre Uds.». Madre Emilia Gamelin.

«…permitidme recomendaros el cuidado de los pobres en nuestras casas como igualmente los de afuera. Preocupaos por ellos… no tengáis miedo de hacerlo. …nunca digáis que ello no os concierne, dejando que otros se encarguen… todo aquello que concierne a los pobres, siempre es asunto nuestro…». Madre Joseph del Sagrado Corazón.

«Nada podemos por nosotras mismas, pero, a través de la oración y la práctica de la caridad y la unión fraterna, todo se alcanza». Madre Bernarda Morin.

Textos sugeridos

  • Lc. 6, 20-26 – Las Bienaventuranzas
  • Mt. 14, 16 – Denle Uds. de comer
  • Ez. 1, 1-28 – Dios se desplazó del templo a la periferia de la ciudad
  • Mt. 6 32-33 – Busquen primero el Reino de Dios
  • Jn. 15, 9, 16-17 – Vayan y den fruto
  • Is. 43, 1-2,4-5 – Te he llamado por tu nombre… cuando cruces las aguas, yo estaré contigo

 


Fuente imagen de cabecera: FAOAmericas. Chile: Mercado Lo Valledor durante la pandemia COVID-19. Fotos: ©FAO/Max Valencia. Attribution-NonCommercial-ShareAlike 2.0 Generic (CC BY-NC-SA 2.0).

 
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