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Hermanas de la Providencia

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Terranova 140, Providencia, Santiago, Chile.

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17 de junio: memoria y gratitud

“Dios es muy bueno su Divina Providencia vela amorosamente sobre todas sus creaturas”

Madre Bernarda, 27 de enero de 1926

Por Loreto Fernández M. Oficina de la Causa de Beatificación de Madre Bernarda Morin. 

Para quienes de una u otra manera pertenecemos a la Provincia Bernarda Morin, celebrar el 17 de junio es una tradición y uno de los momentos más significativos del año. De hecho, aunque con el tiempo se han ido incorporando nuevas formas de conmemorar, la más pura tradición que hasta hoy se conserva en varias obras y comunidades, es juntarse a recordar esta fecha y lo que significó el arribo providencial de las hermanas a Chile, en torno a una “mateada”. ¿Por qué una mateada? No es extraño si consideramos que el mate era una bebida muy popular en Chile desde la colonia en adelante,[1] consumida de manera transversal por toda la población y, si bien es cierto, la influencia inglesa de tomar té fue quitando protagonismo al mate y relegándolo a los sectores rurales y de raigambre popular, en tiempos de la llegada de madre Bernarda seguía siendo una bebida que hacía parte de la cotidianidad de muchas familias en el país. La misma madre Bernarda mandó una encomienda a casa de sus padres en Sorel, acompañada de las siguientes instrucciones: “Ustedes hallarán en la caja un potecito con una cánula o boquilla, esto es lo que aquí llamamos mate, una bebida propia de América del Sur. Pongan ahí ustedes agua hirviendo y después de haber puesto un tubito de caña o de plata que va en el mate, chúpenlo tan caliente como puedan y tendrán el gusto exquisito de esta bebida”[2].

Tratemos de imaginar entonces a las hermanas de los primeros años, tomando un rico mate en los espacios de “recreo”, haciendo memoria de la llegada de las insignes fundadoras: Victoria, Amable, María del Sagrado Corazón, Dionisia Benjamina y la querida Bernarda, hermana y a la vez madre de todas ellas, que seguía animándolas a ser fieles a Jesús y comprometidas con el servicio a los empobrecidos. Imaginémoslas cada año, recordando amorosamente un día tan sentido, con la convicción de que el arribo a Valparaíso de las misioneras canadienses el 17 de junio de 1853, no era obra de la previsión humana, tal como había dicho el arzobispo de Santiago, Rafael Valdivieso[3], pues en Chile nadie conocía a las hermanas y, por lo mismo, nadie había pensado en llamarlas, sumado a que en los planes de las religiosas, la estadía en el país era transitoria en espera de regresar a Montreal.

Imaginándonos esto podemos entender la petición que las religiosas hicieron por escrito a sor Bernarda, el 13 de junio de 1908, donde pedían: “Que el 17 de junio de cada año sea celebrado en nuestra amada Congregación como día NACIONAL entre nosotras. Ya que gracias a la providencial llegada de vuestra reverencia en este día memorable del año 1853, debemos todas nuestro nacimiento a la vida religiosa y por tanto, nuestra felicidad temporal y eterna; creemos que, celebrando debidamente este día, se aumentará entre nosotras la mutua unión y nuestra gratitud para con nuestro amabilísimo Jesús.”[4]

La respuesta no fue inmediata y las religiosas debieron esperar cuatro años para que su fundadora accediera a la solicitud. Así describe madre Bernarda los acontecimientos que la llevaron a aceptar: «El último domingo 16 de los presentes a fin de la recreación de medio día, se formó un movimiento de alegría extraordinaria, porque todas pedían recreo para el día siguiente, diecisiete. Me tomaron de improviso y consentí en ello […] Todas a una voz decían: “Dios lo quiere, declárese este día de recreo para toda la Congregación. Es el día más grande para nosotras; sin su llegada a Chile no seríamos Hermanas de la Providencia”. Tan espontáneas muestras de regocijo y amor a nuestra santa vocación me conmovieron de profundo agradecimiento a Dios, que tanto ha favorecido a nuestra querida Congregación y de agradecimiento para con mis buenas y amadas Hijas, todas las cuales, llenas de gratitud viven felices en el servicio de Dios. Un pedido hecho por tan gran número de religiosas fervorosas, observantes y abnegadas, merecía ser favorablemente atendido; accedo pues, gustosa. En adelante, el diecisiete de junio podrá ser considerado como uno de los asuetos generales permitidos por los Reglamentos»[5].

A ciento sesenta y nueve años del arribo de madre Bernarda y sus compañeras, hacemos memoria agradecida de lo que significó la consolidación de la obra de la Providencia en nuestras tierras. No podemos cuantificar el bien efectuado y el impacto en la vida de innumerables niños, viudas, enfermos, estudiantes y toda clase de personas que de una u otra forma fueron tocados por la Providencia, desde antaño hasta el presente. Agradecemos especialmente a todas aquellas religiosas que certeramente pidieron que el 17 de junio fuera un día destacado en la provincia Bernarda Morin, pues sin duda, re-cordar —pasar por el corazón —, aumenta nuestro sentido de pertenencia a una obra que nos anima a ser el rostro humano de la Providencia, desde una caridad compasiva y nuestra solidaridad creativa y profética con los pobres.


[1] Cfr. https://www.artdec.gob.cl/colecciones/mates-chilenos/como-se-tomaba-mate-en-chile.

[2] Archivador con correspondencia de madre Bernarda a su familia, Santiago 14 de enero de 1866, Archivo Oficina Causa de Beatificación.

[3] Cfr. Bernarda Morin, “Historia de la Congregación” I, pp. 70-71.

[4] “Circulares Generales”, Bernarda Morin, 1937, pp. 57-58.

[5] “Circulares Generales”, Bernarda Morin, 1937, pp. 58-59.

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