Por Karla Meléndez, coordinadora de la Red Educacional Providencia.
En un mundo enfrentado a desafíos ambientales sin precedentes, el rol de las instituciones educativas no sólo es transmitir conocimientos, sino también formar ciudadanos comprometidos con el cuidado de nuestro planeta. Para los colegios de la Red Educacional Providencia (REP), obtener la certificación ambiental otorgada por el Ministerio de Medio Ambiente es más que un logro administrativo. Es una expresión concreta de nuestro compromiso con el mensaje cristiano de cuidado de la creación y con los principios del Pacto Educativo Global.
Como coordinadora de esta red, reflexionar sobre este hito nos invita a profundizar en los beneficios que conlleva, en las responsabilidades que implica para todos los actores educativos y en el significado de nuestro sello de formación ambiental. Para los colegios de la REP, este sello tiene un valor particular, ya que se alinea con la vocación cristiana de cuidado de la creación, tal como lo señala el Papa Francisco en su encíclica Laudato Si’.
Obtener esta certificación implica que cada colegio se compromete a adoptar medidas concretas que promuevan la sostenibilidad, como la gestión eficiente de recursos, la reducción de residuos y la promoción de la educación ambiental. Este esfuerzo no sólo tiene un impacto positivo en el medio ambiente, sino que también refuerza el enfoque educacional católico de nuestras escuelas, que están llamadas a ser testigos de la esperanza y del amor por la creación de Dios. Es un acto de fe y de coherencia con los valores del Evangelio, que nos insta a actuar con responsabilidad y solidaridad hacia las generaciones futuras. Como afirma el papa Francisco (2015): “Es fundamental buscar otras maneras de entender la economía y el progreso” (p. 106). Este llamado nos recuerda que el cuidado del medio ambiente no es opcional, sino una parte integral de nuestra misión.
Beneficios de la certificación ambiental
Los beneficios de obtener la certificación ambiental son numerosos y abarcan tanto el ámbito educativo como el espiritual. En primer lugar, esta certificación refuerza el compromiso de los colegios de la Red con una educación integral que no solo forma en el conocimiento, sino también en valores.
Un ejemplo concreto de esto es el trabajo realizado en uno de los colegios de la Red, donde se implementó un huerto escolar como parte del currículo de ciencias. Este proyecto no sólo permitió a los estudiantes aprender sobre agricultura sostenible, sino que también los involucró activamente en la mejora del entorno escolar, conectándolos con los ciclos naturales y con la importancia de cuidar los recursos que Dios nos ha dado.
En segundo lugar, la certificación ambiental promueve una cultura de comunidad y colaboración. Involucrar a estudiantes, profesores, familias y personal en proyectos sostenibles fomenta el sentido de pertenencia y la corresponsabilidad. Un ejemplo es el programa de reciclaje desarrollado en otro de nuestros colegios, donde toda la comunidad escolar participó en talleres de sensibilización, logrando reducir significativamente los residuos generados. Este tipo de iniciativas no solo benefician al medio ambiente, sino que también fortalecen los lazos comunitarios y refuerzan nuestro Sello Providencia.
Finalmente, la certificación ambiental posiciona a los colegios de la Red como referentes en educación sostenible dentro de sus comunidades locales. Esto no sólo aumenta su prestigio, sino que también les permite influir positivamente en el entorno, promoviendo una cultura de cuidado y respeto por la creación que se extiende más allá de las aulas.
Vinculación con el Pacto Educativo Global
El compromiso de los colegios de la Red Educacional Providencia con la certificación ambiental no puede entenderse al margen del Pacto Educativo Global. En este marco, la certificación ambiental se convierte en una herramienta poderosa para concretar los principios del Pacto en nuestras prácticas educativas. La integración de la sostenibilidad en los procesos escolares no sólo fomenta una educación más consciente y ética, sino que también prepara a los estudiantes para enfrentar los desafíos del mundo contemporáneo con un enfoque integral, fraterno y responsable
Por ejemplo, en uno de nuestros colegios se implementó un proyecto interdisciplinario donde los estudiantes de diferentes niveles trabajaron juntos para diseñar soluciones a los problemas ambientales de su comunidad, como la contaminación de un humedal local. Este proyecto no sólo les permitió aplicar sus conocimientos en matemáticas, ciencias y lenguaje, sino que también los desafió a pensar de manera crítica y creativa, promoviendo un aprendizaje significativo y transformador.
Este tipo de iniciativas encarnan el espíritu del Pacto Educativo Global, que nos llama a “escuchar el grito de los jóvenes y responder con una educación que sea promotora de paz, justicia y cuidado de la casa común” (Francisco, 2019). La certificación ambiental, en este sentido, es mucho más que un reconocimiento técnico; es una declaración de nuestra voluntad de caminar juntos hacia un futuro más esperanzador.
El rol del profesor y el directivo en un colegio ambientalmente certificado
Ser profesor o directivo en un colegio con certificación ambiental no es simplemente un rol técnico, sino una vocación profundamente arraigada en el amor por la creación y en el deseo de transformar vidas. Para los profesores, este compromiso implica no sólo enseñar sobre sostenibilidad, sino vivirla en su práctica diaria, siendo modelos de coherencia para sus estudiantes. Esto significa transformar las aulas en espacios de aprendizaje dinámico, donde los estudiantes puedan experimentar la conexión entre el conocimiento, los valores y la acción.
Por su parte, los directivos tienen la responsabilidad de liderar con visión y compromiso, garantizando que las políticas escolares estén alineadas con los principios de sostenibilidad y con la misión católica de las escuelas. Esto implica no sólo gestionar recursos de manera eficiente, sino también crear una cultura institucional que valore y promueva el cuidado del medio ambiente como parte integral de la formación cristiana. Los directivos deben ser líderes que inspiren y movilicen a toda la comunidad escolar hacia un propósito común, registrando que cada decisión, por pequeña que sea, puede marcar una diferencia significativa.
En palabras del papa Francisco (2015), “la humanidad tiene aún la capacidad de trabajar unida para construir nuestra casa común”. Esta esperanza debe ser el motor que impulse a los profesores y directivos de los colegios de la Red Providencia a seguir trabajando con dedicación y amor, sabiendo que su labor no sólo impacta a los estudiantes, sino también a las generaciones futuras.
La certificación ambiental en los colegios de la Red Educacional Providencia no es sólo un reconocimiento, sino un testimonio de nuestra fe y de nuestro compromiso con el cuidado de la creación de Dios. Este logro nos desafía a seguir avanzando en nuestra misión educativa, integrando la sostenibilidad en todos los aspectos de nuestra labor y viviendo los valores del Evangelio de manera concreta.
Como comunidad educativa, estamos llamados a ser testigos de esperanza en un mundo que necesita urgentemente señales de cambio. Este hito nos inspira a continuar trabajando juntos, recordando siempre que cada acción cuenta y que, como educadores tenemos la responsabilidad de formar a las nuevas generaciones, para que sean custodios de la casa común.
Referencias
- Francisco. (2015). Laudato Si’: Sobre el cuidado de la casa común. Ciudad del Vaticano: Librería Editrice Vaticana.
- Francisco. (2019). Mensaje del Papa para el lanzamiento del Pacto Educativo Global. Ciudad del Vaticano.
- UNESCO. (2021). Replantando la educación para un futuro sostenible. Recuperado de https://unesdoc.unesco.org