Por Hermana Ana Teresa Araya, Superiora Provincial.
Muy queridas Hermanas, Asociad@s Providencia, Amig@s y Colaborador@s:
Reciban mi cariñoso saludo en este día en que, como familia Providencia, celebramos un año más de la Pascua de nuestra querida Madre, la Sierva de Dios Bernarda Morin.
Me hubiese gustado estar presente en la Eucaristía, pero estoy junto a ustedes de corazón. En este momento me encuentro en Ovalle por compromisos con el Colegio e interiorizándome de la realidad de nuestras estudiantes, quienes han sufrido por estos días a causa del pasado terremoto… sin duda que eso habría querido Madre Bernarda, quien durante toda su vida se movilizó para hacer vida el amor misericordioso de Dios, particularmente para quienes estaban desamparados. Ella nos recordaba que la fe obra por medio de la humildad, la sencillez y se perfecciona por el ejercicio de la caridad.
Sí, amigos y amigas, nuestra vocación es la de hacer vida el Evangelio, proclamando la amorosa Providencia de Dios y la compasión de María Madre de Dolores; para ello, Madre Bernarda, Madre Emilia, Madre Joseph y tantas otras personas que nos antecedieron en esta misión, nos animan hoy con su ejemplo de fecunda fidelidad. Nuestra respuesta y gratitud se debe ver reflejada en nuestra actitud alerta a responder las necesidades de quienes nos rodean, recordando que la caridad de Cristo nos urge y que, en palabras de Madre Bernarda, la Providencia vela tiernamente sobre nosotros, dándonos fuerza y esperanza para continuar proclamando con nuestras vidas la Buena Nueva de que Dios nos ama y quiere vida buena y abundante para todos.
Me despido con las sabias palabras de nuestro Papa Francisco, quien nos invita a reconocer que: La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. Madura a la vez que nos damos a los otros… Quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien (Evangelii Gaudium).
Dios les bendiga a cada uno, a cada una. Unidos en el amor de Jesús y de nuestra Madre de Dolores, me despido con cariño y me encomiendo a sus oraciones.
Ana Teresa Araya, sp
Superiora Provincial
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