8 de marzo de 2016 – El pasado 12 de febrero un grupo de más de 20 hermanas de nuesra Provincia Bernarda Morin, entre las que se contaba la totalidad del Equipo de Liderazgo y la Consejera General Alba Letelier, dieron vida a un Ritual de Duelo en la Casa de la Providencia de Valparaíso, debido al cierre de su internado.
Desde el año 1858 la Casa de la Providencia de la ciudad puerto contó con un Internado con el objetivo de socorrer a los/as huérfanos/as y luego, a niñas vulnerables socialmente. El año recién pasado se dejó de prestar ese servicio, que marcó un sello en dicha obra, entre muchas otras acciones sociales y de ayuda a las personas de Valparaíso que simultáneamente se brindaron a lo largo de su historia.
Durante el ritual, se agradeció por todo lo entregado a lo largo de estos 158 años en la ciudad que trajo a Madre Bernarda y sus compañeras a sembrar la obra de la Providencia en estas tierras y se recordó que, en este proceso vital donde hay que ir dejando cosas y abriéndose a la novedad desde donde llama el Espíritu, se ha tenido la grata sorpresa de las 300 cartas que en su momento Madre Bernarda mandó a su familia y la Congregación en Canadá y que recientemente han sido restituidas a las Hermanas, habiendo permanecido anteriormente en la Facultad de Teología de la Universidad de Laval en Quebec gracias a una herencia familiar. Esto sin duda anima a todas/os quienes de algún modo conforman la Congregación en la Provincia a mirar el presente y el futuro, con la confianza de ser parte de una rica tradición de fidelidad al Evangelio, expresada en la vida y obra de nuestras Fundadoras.
El canto “La noche esta triste”, que evoca el viaje que efectuaron las primeras religiosas desde Oregón a Valparaíso en el buque Elena, fue el fondo de la caminata que las hermanas presentes en el ritual efectuaron desde la Comunidad hasta el Hogar, momento en el cual hicieron una detención para hacer memoria de lo vivido en la Casa de la Providencia, compartiendo recuerdos, anécdotas y experiencias personales u oídas, de toda la vida que pasó y que se transformó en semilla de las nuevas acciones que hoy se desarrollan en la obra.
Finalmente, Claudia Ruíz y Mariana Peña, las últimas dos hermanas que han hecho su profesión religiosa en la Provincia, plantaron un árbol en la comunidad, como signo de vida.
Las hermanas Mariana Peña, Ana María Montenegro y Herna Astorga nos comparten su testimonio de lo vivido:
“Participar de la jornada de sanación fue un tiempo de escucha, de fraternidad y por sobre todo de compartir. Creo que siempre que tomamos el tiempo para querer avanzar y crecer juntas Dios se manifiesta. Más allá de la teoría o de la metodología, Dios hace maravillas en un corazón dispuesto y abierto a acoger su gracia, pues la sanación, así como las heridas, penetran en un corazón receptivo, por eso debemos seguir creciendo en acoger lo positivo y constructivo que cada experiencia nos regala y dejar partir lo dañino y destructivo para que no nos dejemos lastimar.
Nadie más que uno mismo sabe hasta dónde abrir el corazón a lo que viene de fuera y qué calidad y cantidad de cosas, hechos, personas me habitarán. (Necesitamos) más espacio a Dios, a la oración, a la fraternidad, mayor paz, armonía, empatía, escucha, confianza, calidad y calidez en las relaciones. ‘Dios dispone todo para nuestro mayor bien’, nosotras debemos continuar reconociendo ese amor misericordioso de Dios y todo ‘lo demás será añadidura’”.
Hermana Mariana Peña sp.
“Quiero agradecer a la Providencia de Dios por el gran amor que tiene por cada uno de sus hijos. De éste amor y de sus designios amorosos pude compartir en el ritual, que me llevó a recordar cuando mi padre, Carlos Montenegro (QEPD), llegó a ser parte de la gran familia Providencia, lo que era el Pesebre, donde estaban los más pequeños y cómo al cuidado de ellos mi papá recordaba a la señorita Elenita y a la Hermana Jacinta.
La Providencia era todo un misterio para mi familia. Solo sabíamos que mi papá fue criado por monjitas, y en una visita de hermana Ema a mi casa, mi papá le preguntó a cuál congregación pertenecía, de su respuesta se inició una charla entre ellos donde se hacía mención a Madre Bernarda Morin. Un día, cuando mi papá estaba muy adolorido por su enfermedad, me dijo que yo era su madre y su hija. Y apuntando a su pecho, continuó diciendo que nadie le va a decir a él quien es la Madre de los Dolores. Lo que me quiso decir es que tenía tan claro el carisma de la Providencia y como sello a nuestra Señora de los Dolores”.
Hermana Ana María Montenegro sp.
“El martes 12 de enero de 2016 desde Santiago viajamos temprano hacia el puerto de Valparaíso para participar de la inauguración de la ampliación del Jardín infantil en la Casa de la Providencia. Las hermanas de la Providencia tenían organizado un Ritual de Sanación que se había comenzado el día anterior en Santiago al interior de una jornada de dos días.
Ya en la Casa de la Providencia en Valparaíso, fue hermoso vivir desde el comienzo este ritual. Se comenzó con la presentación de tres álbumes de escritos y la historia de la Sierva de Dios Bernarda Morin, enviados a Montreal por ella misma. Escritos devueltos a la casa madre de Montreal de manos de su nieto Sr. Gilbert A. Lemieux, sacerdote de Quebec. Con esto se ofrece y agradece esta nueva etapa de misión, de presencia en la casa de la Providencia en Valparaíso.
Plantamos juntas un pequeño árbol de naranjo llevado a las antiguas dependencias de la Casa de la Providencia. Estar en el medio del patio con las hermanas que acudieron a esta invitación, compartiendo algunas experiencias, anécdotas y recordando a las hermanas que habían pasado por allí, fue emocionante. Volver a recordar y vivir tantos momentos hermosos de la comunidad, además de cerrar un ciclo.
En lo que respecta a mí, he estado en dos periodos en el Hogar Ancianas de la Providencia de Valparaíso, perteneciendo al ministerio Acción Social. Y he compartido la vida fraterna y la vida comunitaria en estas comunidades de la quinta región
Escuchar a mis hermanas, hacer recuerdos, compartir la vida sagrada, nombrar a las hermanas que vivieron en esta misión, emocionarnos, agradecer y continuar con esperanza. Confiando en las manos de Dios Padre Providencia que la misión jamás termina. Hoy es diferente y la Providencia de Dios continúa. Tomamos tiempo de escucharnos unas a otras y permitirnos con sencillez decir lo que habitaba en nuestro ser en ese momento.
Fue realmente hermoso. Una comunidad que va envejeciendo, una comunidad que va de bajada en el número de sus miembros de comunidad. Buscamos y estamos abiertas a los signos de los tiempos, la presencia de Dios Providencia en el mundo de hoy, según sus necesidades. Dejarnos habitar por el amor de Dios que nos va iluminando en renovarnos y caminar con nuevas formas, con nueva vida.
Luego participamos de la Inauguración de las nuevas dependencias del jardín infantil. Ver a los pequeños en sus salas, ver a las parvularias realizando su trabajo…. Con estas imágenes sentí la respuesta que la misión de la Casa de la Providencia jamás va a terminar. Siempre estaremos con los pobres. Donde hay necesidad, la Providencia de Dios siempre estará”.
Hermana Herna Astorga, s.p.