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Reflexión desde el Centro de Espiritualidad: Navidad 2019. ¡Buenas nuevas pa´mi pueblo!

Por Juan Carlos Bussenius, coordinador del Centro de Espiritualidad Providencia.

¡Buenas nuevas pa´mi pueblo! El que quiera oír que oiga, y el que quiere ver que vea, lo que está pasando en medio de un pueblo que empieza a despertar…

Hace años en otros tiempos del país y de la Iglesia, cantábamos con mucha fuerza esta canción. Lo que podría ser similar de esos tiempos, era la situación de angustia y de temor, que la hemos vivido hoy, pero por otras circunstancias. También había fuerza, lucha y esperanza por lo que podía acontecer. Había una Iglesia viva que cuidaba y alimentaba la fe. Actualmente, pareciera que cunde más el agobio y la tristeza. Estamos más cansados, preocupados y atemorizados. Igual es una mezcla de sentimientos y de anhelos, pero el impacto de un conflicto, que no tiende a resolverse de fondo, va horadando la esperanza y las expectativas. Vamos tratando de normalizar, pero desde la fragilidad y el desconcierto.

Y a pesar de todo, va llegando la Navidad. Lo positivo, es que dadas las circunstancias, el consumismo ha disminuido. Lo negativo, es poder encontrar la sensibilidad adecuada para esta celebración. Preparar el corazón frente a una atmósfera contaminada de odio, desaliento y decepción es una gran tarea. No se trata de olvidar o de imponer una fiesta artificial, como la muestran los comerciales en la televisión. Necesitamos, justamente por todo lo acontecido en nuestro país, recoger la gracia y el misterio del nacimiento de Jesús. Sentir y creer que no es rutina o hábito la Navidad. Hay que entrar en la propia interioridad y escuchar la buena nueva que nos trae este año. Es una actitud de búsqueda profunda porque nada es coincidencia, sino Providencia, como tantas veces decimos.

Es probable que la Navidad de este año nos remita más a los padecimientos de una familia pobre en los campos de Belén. Al sufrimiento de los que han perdido el trabajo o han sido violentados de muchas maneras. Jesús nació en una tierra en la que todavía hoy no existe la paz. Todo esto nos da pistas para acoger el misterio de un Dios hecho hombre, nacido en la oscuridad y en la fragilidad. Hoy estamos más sensibles y, por lo tanto, más cercanos a la experiencia de Navidad. El misterio de Dios hecho niño viene de nuevo a llevarnos a la vida en medio de la noche.

La Madre Bernarda decía: “El amor de Dios es una luz brillante, atrayente, que facilita el discernimiento de lo que puede hacerse para agradar al Amado” (Carta Circular N°26). En Navidad tenemos acceso al misterio de esa luz. Debemos ser creativos para difundirla en un país más oscuro. Navidad es lugar de nutrición humana y espiritual frente a los tiempos que vivimos, no la desaprovechemos.

De esta manera, a pesar de los pesares, podemos celebrar discretamente esta Navidad. Acerquémonos unos a otros, abarcando al niño(a) que llevamos dentro que nos hace soñar y bajar las defensas. El encuentro del Niño Dios con nuestro niño(a), posiblemente herido(a), lleva al derretimiento de los sufrimientos congelados que llevamos dentro y que, en la Noche Buena, claman por liberarse. Así, la oración será más profunda, la cena será más sabrosa, los regalos más sorprendentes y los abrazos más verdaderos. ¡Feliz Navidad!

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Imagen de cabecera: Fotografía de Gareth Harper en Unsplash.

 
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