Por Edith Molina Arévalo, profesora de Religión y de Ciencias en el Colegio Providencia del Sagrado Corazón de Temuco.
Cada miércoles del mes de julio, desde las 18:00 a las 19:15 horas, tuvimos un encuentro, más bien dicho, un viaje al pasado, a través del Seminario “Bernarda, camino de esperanza”, organizado por la Oficina de la Causa de Beatificación de Madre Bernarda Morin. Como modalidad, antes de cada encuentro los participantes fuimos surtidos de documentación de Madre Bernarda, entre lo que se incluyó sus epístolas, sus memorias, sus libros y algunas necrologías de las Hermanas de la Providencia. Esta estrategia permitió una lectura analítica y el permanente monólogo interno, porque cada texto interpelaba distintas dimensiones de nuestra vida.
Con todos eso pensares, impresiones y monólogos interiores nos reunimos durante cada encuentro semanal, para que nuestras dudas fueran contestadas, tanto desde la Oficina de la Causa como desde el conocimiento empírico de las Hermanas de la Providencia que también participaron del seminario.
Estos encuentros fueron una experiencia enriquecedora y emocionante. La oportunidad de aprender sobre la vida y el legado de esta destacada Sierva de Dios fue invaluable. Me impresionó la pasión y la dedicación de las organizadoras y los oradores, quienes compartieron sus conocimientos y experiencias de manera clara y apasionante.
Lo que más me gustó fue la forma en que se abordaron temas actuales y relevantes en el ámbito educativo y social, como la inclusión y la inculturación. Lo menciono porque revisamos la llegada de las Hermanas de la Providencia a la Araucanía, el 24 de febrero de 1849. En el Seminario se planteó cómo su afán de llevar a Dios Padre amoroso y el Sagrado Corazón de Jesús a todos, las hizo sobrepasar barreras culturales y de lenguaje, para tener un encuentro fraternal y horizontal con el pueblo Mapuche y permitirles la comunión con Dios. Me pareció motivador ver cómo la vida y obra de Madre Bernarda, con sus consejos y vivencias personales íntimas, sigue siendo una fuente de inspiración para educadores y asociados Providencia de hoy.
En general, considero que el Seminario fue un éxito, porque la participación de los asistentes fue activa y enriquecedora, lo que generó un ambiente de permanente aprendizaje y reflexión. La organización y la logística fueron impecables, lo que permitió que los participantes nos concentráramos en el contenido y cómo este nos hablaba de forma personal a cada uno.
Espero con interés futuras ediciones. ¡Fue un verdadero placer participar!