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Hermanas de la Providencia

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Palabras de nuestra Superiora Provincial con motivo del aniversario de la llegada de las Hermanas de la Providencia a Chile

Por Hna. Ana Teresa Araya sp, Superiora Provincial.

HnaAnaTeresaAniversario2014En vísperas de un nuevo aniversario de la llegada de nuestra querida Madre Bernarda y de sus compañeras a las costas de Chile, no podemos dejar de agradecer a Dios por tanta vida compartida, tanto bien realizado, tantos sueños hechos realidad. Quienes formamos parte de la Congregación de la Providencia, sabemos que nada es simplemente fruto del azar, sino que responde a una tierna llamada de Dios que se expresa en el día a día y va entretejiendo maravillosamente una trama salvífica, para toda la obra salida de sus manos.

Sí, nosotras como Hermanas de la Providencia estamos ciertas que este misterio amoroso supera las vicisitudes propias de los procesos humanos y con la fuerza del Espíritu, podemos seguir abriéndonos al futuro, dejarnos vivificar y transformar por su acción,  asentadas en el tesón de nuestra historia, cuya memoria se transforma en luz que nos muestra el camino para hacer vida y misión ante los desafíos del hoy,  el Carisma y la Espiritualidad propias de nuestro Instituto.

Así como en muchas de nuestras obras se llevan adelante encuentros conmemorativos del 17 de junio, el sábado recién pasado, el Comité de Laicos Pro Beatificación, organizó una hermosa Eucaristía en la Catedral de Santiago, conmemorando nuestros 161 años de presencia en Chile. Quisiera compartir con ustedes parte de las reflexiones de ese día:

Madre Bernarda Morin, como la mujer fiel al Carisma y la Misión Providencia, asume la cultura en los momentos históricos de nuestro país; logra identificarse con sus valores, se enraíza en sus costumbres, alegrías y dolores… De esta manera, sigue ligada en el afecto y la obediencia a quienes consideró sus legítimas autoridades. No fue fácil, hubo muchos holocaustos de amor para permanecer en la huella de Dios. Sin embargo, esta mujer escogida por Dios, supo llevar a cabo la misión que el Padre Providente le encomendó, aferrándose siempre a las tres fuertes raíces del Carisma Congregacional: “Humildad, Simplicidad y Caridad… pero por sobre todo la Caridad”.

Nos dice Madre Bernarda: “Dejemos de alabar y buscar con tanta diligencia lo cómodo, lo agradable, lo suave, lo bonito, lo que contenta y satisface nuestro amor propio y resolvámonos sinceramente a amar a nuestro Señor Jesucristo y a abrazar con su divina gracia, las máximas el Santo Evangelio… Dios es muy bueno, busquemos constantemente su amor y servicio. Dios es infinitamente rico y poderoso, es nuestro Pare; dejémonos gobernar por su Divina Providencia y llegaremos a buen término.” Madre Bernarda también nos comparte que: “la fe nos hace participantes de los infinitos méritos de nuestro Señor Jesucristo. Nos muestra en el mismo hijo de Dios hecho hombre, el modelo que debemos imitar”

Es claro, en esta semana tan especial, en donde celebramos los 161 años de nuestra Congregación en Chile, recordamos particularmente a Madre Bernarda, quien llena de una sabiduría divina y con un gran celo por vivir en radicalidad su ser providencia, dijo una vez más sí al Señor, quedándose en tierra extranjera. Es su sí el que nos convoca. Cada una de nosotras somos el legado de su sí; por lo mismo, queremos seguir escuchando sus palabras, como cuando nos recuerda que la fe nos enseña a conocer a Dios, a amarle y servirle; y que la fe no se comunica a un corazón soberbio, sino que obra por medio de la humildad. O cuando nos anima diciéndonos que en la vida humana se encuentran muchas dificultades, de las cuales algunas son más difíciles de vencer que otras… Dios prueba y hace partícipes de la cruz de su Divino Hijo, nuestro Señor Jesucristo, a los que más ama. Si aceptamos esas cruces con buena voluntad y paciencia, estas se aligeran grandemente. Si las recibimos con amor, convierten su amargura en un sabor divino.

Con su profunda sensibilidad expresa que todas deseamos  algún bien, algún alivio en este mundo, algún consuelo que nos ayude a soportar las contradicciones y penas de esta vida; pero ante todo, conviene convencerse bien de que este descanso no lo encontraremos sino en la fe viva y práctica, en el silencio y en la oración.

Y como ella misma ha dado ejemplo toda la vida, nos impulsa a entregarnos a Dios, puesto que en sus palabras, amar a Dios es una felicidad incomparable… ensancha nuestro corazón y comunica una fortaleza sobrenatural; no es así el amor al prójimo, que con cortas excepciones pide innumerables sacrificios… pero en cambio, es la primera virtud y la más agradable a Dios que podamos ofrecerle, porque Dios recibe y toma como hecho a Sí mismo lo que hacemos al prójimo, sea en bien o en mal.

Estamos viviendo momentos decisivos como Congregación y como Provincia …tenemos preguntas abiertas, inquietudes, pero también ganas, esperanzas y anhelos de mantener vivo nuestro proyecto colectivo, más allá incluso de nuestras expectativas, con la humildad de aceptar lo que Dios amorosamente quiere para cada una y todas nosotras. Por lo mismo,  les invito a acoger desde el corazón, la sabiduría de nuestra querida Madre Bernarda, pedir  su auxilio y escuchar desde el hoy sus palabras, sabiendo que la Providencia de Dios es nuestro amanecer, nuestro atardecer y también nuestro hogar.

Dios nos bendiga.

 
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