Por Juan Carlos Bussenius, Coordinador del Centro de Espiritualidad Providencia (CEP).
¡Por fin está llegando Navidad! Pero, generalmente cansados, estresados y rellenitos por las calorías de las convivencias prenavideñas. Con poco dinero y la tarjeta colapsada. Más encima con calor, con tanta gente en las calles y con tacos tremendos. Dan ganas de expresar, como decía el famoso Chapulín Colorado: ¿Y ahora quien podrá salvarnos?
Tengo la impresión que la Navidad habría que suspenderla, aunque precisando, la que ha construido esta sociedad de consumo: la “Nadavidad”. Por eso, nos podemos preguntar: ¿Qué tipo de navidad estamos preparando o dejándonos llevar? ¿Habrá algo más? Creo, que en ese “más” se juega todo. Se necesita mucha creatividad, convicción y coraje para devolver el verdadero sentido a esta fiesta. Me atrevo a insinuar nuevas y conocidas acciones, como salir a la calle y entregar un mensaje positivo o ir al encuentro del Niño Jesús que va a nacer en un hospital, una cárcel, un hogar de niños o de ancianos. En la Noche Buena antes de comer y entregar los regalos, agradecer por todo lo bueno que tenemos como familia o comunidad, cantar un villancico y colocar la imagen del niño en el pesebre. Hay que activar la imaginación para dar una nota distintiva a lo que celebramos, para que no sea una película repetida y más encima cara. No digo que comer algo rico y entregar regalos no sea bueno, pero atreviéndonos a dinamismos y estilos distintos y originales. Renovando lo que somos y hacemos para vivir Navidad y no otro evento, que aquí lo denomino “Nadavidad”. Coherentes con la espiritualidad de la Providencia, contribuimos con su obra a la misión de redescubrir esta fiesta. No nos podemos quedar tranquilos cuando se desfigura un misterio central de nuestra fe. Con humildad entreguemos nuestro grano de arena.
Tengamos siempre presente que celebraremos en Navidad el misterio de la encarnación. Dios hecho hombre. Dios escoge nuestra humanidad como su decisión de amor y la introduce en la historia. La espiritualidad de la Providencia significa justamente descubrir y hacer vida este particular sello divino. Esa presencia amorosa es hacia toda la creación, hacia nuestro entorno personal y hacia nosotros mismos. En la Noche Buena entonces podríamos expresar, sobre todo con aquellos que estamos alejados: “lo siento, perdóname, gracias, te amo”. ¡Cómo nos cambiaría la vida! Nos haríamos más humanos y más divinos, despertando la presencia de la Providencia. Reflejando activamente el amor revelado en Jesús desde nuestras fragilidades.
Dios en su misericordia nos quiere auxiliar de nuevo, por eso nos regala esta fiesta. Deberíamos hacer una caminata dentro de nosotros en estos días para re-descubrir la capacidad de amor, de perdón y de alegría que tenemos. Dios quiere venir y con rostro de niño. Así, nos invita a nacer de nuevo. No podemos acercarnos verdaderamente a un niño si no nos colocamos a su nivel. Si no jugamos como ellos, si no nos agachamos para disminuir el tamaño (de tanto ego) que nos aleja. Este es un sendero privilegiado para encontrarnos con un Dios Providencia, que le muestre al adulto que somos, la energía sanadora del niño que llevamos dentro, que regenera y convierte permanentemente nuestras sombras y heridas al contacto con el Niño Divino.
Mirémonos en el espejo y preguntémonos: ¿Ha aumentado mi capacidad de ternura? ¿Cuándo fue la última vez que reí sanamente? ¿Expreso mi cariño a los que amo? ¿Ha aumentado la lista de los que me caen mal y que no perdono durante este año? Así, como iluminamos nuestras casas en estos tiempos, encendamos la luz del amor para encontrar la presencia de Dios Providencia que habita en nosotros y que en esta fiesta desea desplegarse.
Dios viene en Navidad para volver a redescubrirlo. Dispongamos nuestro corazón luchando –en lo que se pueda- contra el barullo comercial y surgirá un “más” profundo y verdadero significado para la Navidad que hoy necesitamos. Así se dispondrá nuestro cuerpo y alma para orar frente al pesebre:
Providencia de Dios, yo creo en ti,
Providencia de Dios, yo espero en ti,
Providencia de Dios, yo te amo con todo mi corazón,
Providencia de Dios, yo te agradezco por todo lo que haces y velas por mí.
Fuente imagen: Bolas de Navidad. CC BY-SA 2.5 ES. www.fotolibre.org.