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Hermanas de la Providencia

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Navidad junto a la Sierva de Dios Bernarda Morin

Por Loreto Fernández M. Oficina de la Causa de Beatificación de Madre Bernarda Morin.

“Navidad es el nuevo nacimiento de nuestra dignidad, el nuevo nacimiento de nuestro amor que se sabe querido y que se da; el nuevo nacimiento de nuestro compromiso”

Rolando Muñoz SS.CC.

Navidad es el maravilloso tiempo cuando Dios nos recuerda en su amorosa Providencia que es uno de los nuestros, que nos ama y nos cuida desde la pobreza del pesebre. Más allá de los regalos y el ajetreo propio de fin de año, Navidad es un tiempo de gozo en que se nos invita a mirar con esperanza nuestra vida, puesto que Dios mismo ha querido hacerse parte de ella. En Navidad recordamos un hecho histórico y a la vez nos gozamos del Dios que está naciendo cada día en nuestros actos de justicia, compasión, ternura, solidaridad y nos llenamos en la esperanza de que pronto, muy pronto, Dios será todo en todos (1Co. 15, 28).

¿Cómo vivió Bernarda este misterio de fe? Sin duda como lo han hecho a lo largo de la historia hombres y mujeres que han experimentado la presencia de Dios en sus vidas de una manera tal, que eso les ha dado la fuerza de trabajar incansablemente por los valores del Evangelio. Detengámonos en tres aspectos.

  1. Dios está aquí: Al hacerse humano en Jesús, Dios nos demuestra cuanto nos ama y cómo valora cada una de nuestras acciones, la familia, los amigos, el trabajo… Toda actividad de la vida humana está bendecida, pues Dios no sólo nos ha creado, sino que ha querido compartir nuestra existencia. Nuestra querida madre Bernarda lo sabía muy bien y por lo mismo escribe: “Las acciones más ordinarias como comer, dormir, recrearse, hacer un trabajo que agrada, gozar con la contemplación de las obras del Señor, son agradables a Dios hechas en buenas condiciones y en nombre de Nuestro Señor Jesucristo y en unión de las que hizo durante su vida mortal”[1]. Por eso la Iglesia nos recuerda que “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de las personas de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón[2]  y el papa Francisco replica “Jesús nace entre nosotros, es Dios-con-nosotros. Viene para acompañar nuestra vida cotidiana, para compartir todo con nosotros, alegrías y dolores, esperanzas e inquietudes”[3].
  1. Dios nace pobre: El modo en que Dios nos salva es despojándose de todo. Un destacado teólogo latinoamericano escribió: “Debemos respetar y amar la forma como Dios quiso entrar en este mundo: anónimo, como anónimas son las grandes mayorías pobres y menospreciadas de la humanidad. Quiso empezar desde abajo para no dejar a nadie fuera. La situación humillada y ofendida de ellos fue la que el mismo Dios quiso hacer suya”[4]. Bernarda incorpora esta dimensión a lo largo de su vida; poseedora de un corazón humilde y de un estilo de vida sencillo en todos los ámbitos, brilló en su época muy a su pesar, pues entendía que su misión era amar a Dios y servirle en las personas empobrecidas, a quienes, en el seno de su familia, había aprendido a amar y a tratar siempre con dignidad. En la Navidad de 1899 escribe a una de sus hermanas: “Ruego al divino Niño Jesús nos bendiga a todas con nuestros Señores los pobres; nos dé luz y gracia para comprender y observar hasta la muerte los consejos que nos viene a dictar. ¡Amémosle mucho! Es verdaderamente adorable este Divino Redentor”[5].
  1. Navidad es paz y vida: En Dios somos, nos movemos y existimos (Hch. 17,28); en Jesús se renueva el misterio salvífico de la encarnación del Verbo que, en su vida, nos da vida buena, abundante y eterna. Sin embargo, este don es aún tarea, pues a miles de personas se les niega la vida y el derecho de convivir en paz, producto del pecado humano, que se manifiesta de tantas maneras y cuya peor expresión es la guerra. Como decía madre Bernarda, “No hay una plaga tan terrible como la guerra: ¡Quiera Dios preservarlos!”[6]… “¡Quiera Dios poner fin a la gran prueba de la guerra y concedernos las ventajas de la paz!”[7].

En este tiempo en que la vida de miles de niños, mujeres, ancianos y toda clase de personas aparentemente no tienen valor y son masacradas en conflictos armados, tristemente en la tierra que vio nacer a nuestro Salvador, pidamos junto a la Sierva de Dios que el Niño de Belén nos traiga la justicia y la paz y que en el mundo entero tengamos una bendecida Noche Buena.

¡Ven Señor, no tardes que te esperamos!


[1] Morin Bernarda, “Circulares Generales”, 1937, Circular N°26, 22 de agosto de 1922.

[2] Gaudium et Spes N° 1, Concilio Vaticano II.

[3] Papa Francisco, mensaje Urbi et Orbi, 25 de diciembre de 2022.

[4] https://leonardoboff.org/?s=navidad.

[5] Archivo Provincial “Cartas de Madre Bernarda a Hermanas 1924-1876”, A sor María Bernarda, 25 de diciembre de 1899.

[6] Archivo Centro Bernarda Morin, “Correspondencia de madre Bernarda con sus familiares”, A su madre, Santiago, 9 de febrero de 1871 (posible guerra en Canadá).

[7] Archivo Centro Bernarda Morin, “Correspondencia de madre Bernarda con sus familiares”, A su sobrino Gilberto Lemieux, Santiago, 1 de junio de 1918.

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Imagen de cabecera: Imagen editada de Madre Bernarda Morin, Archivo de la Provincia Bernarda Morin, y fotografía de Davies Designs Studio en Unsplash.

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