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Hermanas de la Providencia

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Mis ayunos para esta Cuaresma 2020

Por Juan Carlos Bussenius, coordinador del Centro de Espiritualidad Providencia.

Hemos iniciado el tiempo litúrgico de Cuaresma. Un espacio privilegiado para rencontrarnos con el misterio de la Providencia, dejando de lado tantos impedimentos que nos impiden reconocerla en nuestra vida. El ayuno es una práctica que nos ayuda a purificar nuestro corazón para centrarnos nuevamente en lo que da sentido a todo. Sin embargo, no nos referimos solo al sencillo acto de dejar comer o privarnos de algún alimento. Se trata de discernir cuáles son las barreras que han construido nuestras fragilidades, que nos apartan de sentir y gustar la ternura de Dios y entregarlo a los demás. Tarea tan necesaria para los tiempos que vivimos. El gran deseo que podemos pedir para esta Cuaresma es renovar el amor a Jesucristo, entregando ese don a tantas personas que hoy viven tan perdidas. Hoy es el tiempo de amar, dejando que aflore lo mejor que somos. Cuaresma será, por lo tanto, un bello camino, y el ayuno un buen símbolo de la “urgente” conversión, como lo expresa el papa Francisco en su mensaje reciente para este tiempo.

  • Ayunaré de juzgar a otros: Descubriré a Cristo que vive en ellos y ellas. Preocupación tan importante para Madre Bernarda Morin, fundadora de las Hermanas de la Providencia en Chile.
  • Ayunaré de palabras hirientes:  Diré frases cariñosas que sanen en un contexto polarizado y de confrontación, como el que vivimos en Chile.
  • Ayunaré del egoísmo: Viviré en generosidad, dando lo que soy. El papa Francisco, nos advierte de la “acumulación”. Cuaresma es el tiempo de compartir.
  • Ayunaré de enojos: Procuraré vivir con paciencia y respeto. Otra tarea vital para los tiempos que vivimos.
  • Ayunaré de pesimismo: Me llenaré de esperanza. Sin ingenuidad, compartamos creativamente nuevos caminos para la Congregación, la Iglesia y el país.
  • Ayunaré de preocupaciones: Confiaré maduramente en la Providencia.
  • Ayunaré de quejarme: Daré gracias a Dios por la maravilla de la vocación y de la vida. La Madre Bernarda insistía en el cuidado de esta falta.
  • Ayunaré de la amargura: Practicaré el perdón y la misericordia.
  • Ayunaré de darme importancia a mi misma/o: Seré compasivo con las y los demás.
  • Ayunaré de desalientos: Me llenaré del entusiasmo de la fe.
  • Ayunaré de todo lo que me separe de Jesús: Intentaré vivir muy cerca de Él.

Con una oración tranquila y verdadera, podemos agregar nuevos ayunos personales y comunitarios en este momento de nuestra vida. De esta manera, viviremos una profunda y consolada Cuaresma, que nos renovará desde lo mas profundo.

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Fuente imagen de cabecera: Fotografía por Kamil Szumotalski en Unsplash.

 
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