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Inteligencia artificial y humanización de la educación desde el carisma Providencia

Por Karla Meléndez, coordinadora de la Red Educacional Providencia.


Vivimos tiempos de cambios vertiginosos. La inteligencia artificial (IA) ya no es una posibilidad futura: está aquí, en nuestras casas, en nuestras aulas, en la vida cotidiana de nuestros estudiantes. Como Red Educacional Providencia, estamos llamados a responder con sabiduría y visión a este nuevo escenario.

Es muy importante comprender que no podemos —ni debemos— prohibir la inteligencia artificial. No se trata de cerrarle la puerta, sino de abrir caminos para aprender a usarla bien. Se trata de enseñar a nuestros estudiantes a discernir, a reflexionar, a pensar críticamente. Y, sobre todo, a seguir siendo profundamente humanos.

Hoy, más que nunca, necesitamos formar el pensamiento crítico. Nuestros estudiantes deben aprender a preguntarse: 

  • ¿Es esto verdad?
  • ¿Quién lo escribió?
  • ¿Para qué sirve esta herramienta?
  • ¿Cómo puedo usarla para construir y no para copiar?
  • ¿Cómo me ayuda a crecer, sin reemplazarme?

Sabemos que la IA puede ser una herramienta valiosa, pero no puede sustituir lo esencial de nuestra vocación como educadores. La inteligencia artificial no consuela a un estudiante angustiado, no escucha con empatía, no acompaña con amor. Eso lo hacemos nosotros. Eso es lo que Madre Bernarda Morin nos enseñó: educar con compasión, con humildad, con caridad.

Esta misma idea fue compartida con fuerza por la Hna. Montserrat del Pozo —reconocida educadora e impulsora de la innovación pedagógica en contextos católicos— durante su ponencia en un reciente encuentro pastoral latinoamericano organizado por la CIEC en Bogotá. En su exposición, titulada “La escuela de diálogo: peregrinos de esperanza en la educación católica del siglo XXI”, nos recordó que, aunque la inteligencia artificial puede ser una herramienta útil en el ámbito educativo, jamás podrá reemplazar lo más profundo de nuestra labor: el vínculo humano, el consuelo, la compasión y el amor al prójimo. La hermana insistió en que la IA no puede evangelizar, amar o acompañar como lo hace un educador que vive su vocación desde el Evangelio. Por esto, nos animó a no reducir la educación a estrategias digitales, sino a formar estudiantes con alma, capaces de pensar, discernir y actuar con humanidad.

En esa misma línea, Madre Bernarda Morin nos dejó palabras llenas de sentido, que hoy resuenan con más fuerza que nunca:


 “Que se haga poco o mucho no importa. Dios es todopoderoso, ve nuestros sacrificios y a su tiempo brotará la semilla”


Por mi parte, creo firmemente que la semilla del pensamiento crítico, del discernimiento, del amor al prójimo, puede —y debe— brotar también en esta era digital.

Hoy no se trata sólo de enseñar matemáticas o lenguaje; se trata de enseñar a vivir en este nuevo mundo con responsabilidad, justicia y esperanza. La IA no reemplaza al educador, pero el educador debe saber usarla, por ejemplo, para hacer más inclusivo el aprendizaje, para acompañar a quienes tienen más dificultades y para liberar tiempo y dedicarlo a lo más importante: el encuentro con la persona.

Desde el carisma Providencia, tenemos una misión muy clara: poner a la persona en el centro. Eso dice nuestro Proyecto Educativo, eso pidió el papa Francisco en el Pacto Educativo Global y eso vivió Madre Bernarda con cada niña, con cada huérfano y con cada joven que educó.

Por eso, cuando hablemos de inteligencia artificial en nuestras escuelas, no hablemos sólo de tecnología. Hablemos de ética, de humanidad, de Evangelio. Enseñemos a nuestros estudiantes que detrás de cada pantalla, hay decisiones; que detrás de cada texto generado, hay criterios y que la tecnología necesita alma. Y que esa alma debe estar formada en la verdad, en el amor y en la compasión.

La inteligencia artificial no es un enemigo, pero sí puede representar un riesgo si no educamos bien. Puede deshumanizar. Puede hacernos dejar de pensar. Por eso, nuestra tarea como líderes, docentes y familias es formar una conciencia crítica, no desde el miedo, sino desde la esperanza.

En cada colegio de la Red Providencia queremos sembrar esperanza. Queremos que cada estudiante aprenda a usar estas herramientas para transformar el mundo, no para depender de ellas.

Además, quiero decirlo con claridad: la inteligencia artificial no puede reemplazar la espiritualidad, no puede enseñar el amor de Jesús ni el ejemplo de María, Madre de Dolores.

Como educadores Providencia, estamos llamados a integrar tecnología con humanidad, fe con cultura, y saber con discernimiento. Porque, como nos recuerda también Madre Bernarda: “La enseñanza comprende la educación moral y la formación intelectual”. Y hoy agregamos: también comprende el discernimiento digital y el compromiso humano.

Que la Providencia de Dios nos ilumine para seguir caminando juntos, discerniendo con sabiduría, educando con amor e innovando con sentido.

Imagen cabecera: Generada por IA. Adobe Firefly.

 
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