La familia Providencia en Chile se unió en oraciones por la Pascua de la querida hermana María Alejandrina Menares Zúñiga, quien partió a la Casa del Padre la madrugada del pasado 11 de enero, en la comunidad Bernarda Morin.
La Misa de funerales fue realizada el 12 de enero en la capilla de la comunidad. La Eucaristía fue celebrada por el capellán, padre Jorge Manríquez C.M., quien fue acompañado en el altar por el presbítero José Casali y por el padre Juan Mundaca.
Los restos mortales de la hermana fueron llevados al mausoleo de la Provincia en el Cementerio Católico, ubicado en la comuna de Recoleta.
Compartimos a continuación la necrología de Hna. Alejandrina, leída por Hna. Mariana Peña, consejera secretaria provincial, durante la Misa funeral:
NECROLOGÍA DE HERMANA
MARÍA ALEJANDRINA MENARES ZÚÑIGA (449)
(EUSEBIA DE MARÍA)
“Que alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor”
Salmo 121, 1
Nuestra hermana Alejandrina nació en San Antonio, el 12 de octubre de 1932 e ingresó a la Congregación el 2 de septiembre de 1951, efectuando sus votos perpetuos el 20 de abril de 1959.
Falleció el 11 de enero a los 91 años y casi 3 meses de vida, de los cuales consagró al Señor 71 años como Hermana de la Providencia.
Se dedicó principalmente a la pastoral social y de salud, trabajando como auxiliar de enfermería, asistente de anestesia y tecnología quirúrgica, áreas en las que se especializó para brindar un mejor servicio en las obras donde fue destinada.
Trabajó en los hospitales Santo Tomás de Limache y El Salvador. También estuvo en la comunidad Bernarda Morin, en la Residencia Nuestra Señora de los Dolores, en el Hogar de la Providencia de Valparaíso y en el Hogar San José, donde a su labor de salud, agregó la atención espiritual a las ancianas.
Disponible a las necesidades de la Provincia, fue presencia en la pastoral parroquial en Vicuña y Coyhaique, siempre dándole a su trabajo el sello de la salud.
Hermana Alejandrina fue una mujer de carácter fuerte y hablar claro. Tenía una apariencia dura, sin embargo, bastaba estar con ella poco tiempo, para darse cuenta que era una mujer cariñosa, cercana y querible; profundamente sencilla, siempre estaba dispuesta a ayudar a quien lo requiriera.
Era de una fe profunda, que no estuvo exenta de crisis; ella misma recordaba lo duro que fue vivir los cambios en la Congregación tras el Concilio Vaticano Segundo, pero aun así, su amor a Jesús y a la Congregación pudo más que las dificultades y siguió adelante, siempre disponible para responder a las necesidades que se iban presentando.
Ya sea que ocupara cargos de autoridad, labores de casa, o cualquier tarea que se le encomendara, siempre destacó como una persona trabajadora y abnegada, en quien se podía confiar y cuyos consejos eran una fuerte fuente de inspiración.
Los últimos años de su vida tuvo que lidiar con una enfermedad crónica, dura prueba que sobrellevó con la fortaleza de ánimo que la caracterizaba y que sin duda la ayudó a purificarse, y que aun así no fue impedimento para celebrar la vida, disfrazarse, reír y participar de todo lo que pudiese con compromiso. Ya en estos últimos días escuchamos muchas frases que nos iban mostrando su pronta partida, entre esas, quiero compartir una que me dijo hace dos semanas: “Dile a cada una de las hermanas que las quiero mucho y que estoy muy agradecida de todo lo que me han regalado”.
Querida Madre Alejandrina, tus hermanas te extrañaremos y hoy al despedirte te damos las gracias de corazón por tu larga y fecunda vida religiosa.
Descansa en paz y ora por nosotras.
Partida del Sr. Rodolfo Henríquez Burgos, nochero de la Casa Provincial
Este enero se conoció también la lamentable noticia del fallecimiento del Sr. Rodolfo Henríquez Burgos, quien prestaba servicio a la Provincia como nochero de la Casa Provincial. La misa funeral fue realizada en la Parroquia Santos Ángeles Custodios el 13 de enero, hasta donde llegaron familiares, amigos, compañeros y Hermanas de la Providencia para despedirlo.
Don Rodolfo ingresó a trabajar con las Hermanas de la Providencia en mayo del 2015, siendo desde entonces conocido de cerca por las hermanas, especialmente por aquellas de la comunidad Bernarda Morin, ya que muchas veces colaboró en las celebraciones y presentaciones realizadas en la comunidad, haciendo reír y contribuyendo a que las hermanas pudieran experimentar alegres momentos.
Pedimos por su eterno descanso y rogamos a Dios Providencia y Nuestra Señora de Dolores que entreguen consuelo a sus familiares y cercanos ante esta sorpresiva partida.