El pasado 5 de octubre a las 9 de la mañana, la Capilla de la Comunidad Bernarda Morin fue el lugar elegido para despedir con cariño fraternal a Hna. Fresia Aguirre Valladares, llamada también Madre María San Pedro, nombre religioso con el que se la conoció en las muchas obras donde sirvió y fue muy apreciada.
Hna. Fresia fue una “mujer de fe profunda, destacada educadora y de fecunda entrega como Hermana de la Providencia”, señalaba la introducción de la Eucaristía, presidida por el padre Juan Mundaca, quien también subrayó el carácter de Madre San Pedro: “no fue una religiosa que pasó desapercibida. Ha dejado su huella. (…) Fue reconocida públicamente por su trabajo, encarnando el espíritu de la Providencia al entregarse por el más pobre”.
La ceremonia se emitió por el canal de YouTube elegido durante este tiempo para realizar transmisiones en vivo a todas las comunidades, siendo invitadas todas las hermanas de la Provincia a unirse a la distancia.
Compartimos a continuación, la necrología íntegra de Hna. Fresia preparada por el Archivo Provincial, leída durante la ceremonia por Hna. Jaquelina Juárez, secretaria provincial:
NECROLOGÍA DE HERMANA
FRESIA DEL CARMEN AGUIRRE VALLADARES
(341)
03 DE OCTUBRE DE 2020
“Voy a recordar la misericordia del Señor, las alabanzas del Señor: Todo lo que hizo por nosotros…” Is. 63, 7.
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Sor María de San Pedro, nombre religioso que mantuvo hasta el final nuestra querida hermana Fresia del Carmen Aguirre Valladares, nació en Chañaral el 19 de enero de 1927. Entró a la Congregación el 19 de enero de 1946 y el 30 de agosto de ese año inició su noviciado. El 29 de febrero de 1948 hizo sus Primeros Votos y el 23 de marzo de 1953, su Profesión Perpetua.
Su deceso se produjo serenamente la noche del 3 de octubre del año 2020 en la comunidad Bernarda Morin, a los 93 años, 9 meses y 14 días de vida; y 74 años, 2 meses y 3 días de vida consagrada.
Se dedicó por completo a la docencia, siendo directora en la Providencia de Maipú, comunidad en la que estuvo 12 años en dos períodos; en la Escuela San José 2 años; en la Escuela Santa Clara, 8 años, y en la Providencia de Ovalle, 16 años. En Ovalle le tocó vivir el terremoto de 1997, donde destacó por su ardua labor en pos de la reconstrucción del edificio y, muy especialmente, por la preocupación por cada una de las internas y demás estudiantes, las cuales gracias a sus esfuerzos, pudieron continuar los estudios sin interrumpirlos. El año 2011 fue reconocida públicamente por las autoridades de la ciudad de Ovalle, como hija ilustre, donde se hizo notar que impulsó la educación técnica y abrió nuevas carreras, lo que le permitió ser reconocida y valorada en la región, como una mujer creativa, cercana, con un alto sentido de futuro y proyectos educativos de vanguardia. A través de su gestión como directora del Colegio Providencia de Ovalle, entregó nuevas oportunidades de crecimiento personal, familiar, económico y profesional a las jóvenes provenientes de familias de escasos recursos. Gracias, Madre San Pedro, por toda la gestión realizada en bien de tantas jóvenes y sus familias, como testimonio vivo del Carisma de las Hermanas de la Providencia.
Prestó servicios como Consejera Provincial entre los años 1970 y 1972, formando parte del último Consejo General de Chile y del Primer Consejo Provincial tras la unión con la Casa Madre en Montreal y luego nuevamente consejera entre los años 1976 y 1984.
Conoció del trabajo de Acción Social siendo parte de la Casa de la Providencia en Valparaíso y, además, hizo una experiencia en pastoral parroquial y catequesis, durante el año 1993, mientras vivía en la Casa Local, comunidad de la que fue parte el año 2010, mientras servía como directora de la Residencia Nuestra Señora de Dolores.
Entre los años 2014 y 2015 vivió en la comunidad del Colegio Sagrados Corazones de La Serena, donde a pesar de su avanzada edad y problemas de salud, participaba activa y entusiastamente en las actividades de la vida escolar.
El año 2016, producto de las enfermedades que la aquejaban, llegó a formar parte de la Comunidad Bernarda Morin, adaptándose con rapidez y manteniendo el buen ánimo en todo momento. La enfermedad hizo que se fuera debilitando cada vez más físicamente y también sus facultades mentales. A pesar de esto, mantuvo la cordialidad, sencillez y delicadeza de trato que le eran tan características, alegrándose mucho con las visitas y agradeciendo los servicios que se le brindaban.
Hermana San Pedro fue una religiosa de fe profunda y completamente entregada a la misión y a su Congregación. Amable y de modales finos, tenía un porte que la hacía destacar. Sin duda hizo su mejor esfuerzo y contribuyó a hacer fecunda la Providencia.
Querida hermana San Pedro:
DESCANSE EN PAZ Y ORE POR NOSOTRAS.
