Como familia Providencia nos reunimos por tercera vez en este año para despedir a una de nuestras hermanas. En esta oportunidad se trató de Hna. Graciela Íñiguez, conocida con cariño como “Chelita”, quien falleció el 11 de octubre a los 94 años de edad y 72 años de vida religiosa.
La Misa funeral fue realizada en la Capilla Bernarda Morin el lunes 12 de octubre, siendo presidida por el Padre Luis Chávez C.M. y transmitida por internet para que pudieran unirse espiritualmente a distancia todas las hermanas que así lo desearan.
Como ofrenda al altar, junto al pan y al vino se depositaron algunas mandalas pintadas por Hna. Graciela durante su estadía en la comunidad. “Que estas imágenes nos recuerden el llamado que tenemos de acoger con alegría y proclamar el sueño de Dios hasta el último momento de nuestra vida”, indicó Hna. Cristina Urbina, quien guio la ceremonia.
Hna. Jaquelina Juárez, secretaria provincial, leyó la necrología de nuestra hermana, la que fue preparada por el personal del Archivo Provincial. Esta se puede leer íntegramente a continuación:
NECROLOGÍA DE HERMANA
OLIVIA MARÍA ÍÑIGUEZ MARDONES
(435)
11 DE OCTUBRE DE 2020
“Me alegré cuando partí a la Casa del Señor”. Salmo 121,1.
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El 11 de octubre, a los noventa y cuatro años y once meses de vida y setenta y dos años y diez meses como religiosa, falleció en la Comunidad Bernarda Morin, nuestra querida hermana Olivia María Íñiguez Mardones, a quien con cariño la llamábamos Chelita, diminutivo del nombre religioso que la acompañó durante sus años como Hermana de la Providencia.
Hermana Graciela nació en Santiago el 8 de noviembre de 1925. Ingresó a la Congregación el 28 de marzo de 1947. Tomó el hábito el 10 de diciembre de ese mismo año e hizo su primera profesión el 12 de junio de 1949. Sus votos perpetuos fueron el 15 de septiembre de 1954.
Profesora normalista con mención en Artes Plásticas, realizó diversos estudios durante su vida, en las áreas de educación y catequesis con el objetivo de prestar un mejor servicio en las diferentes comunidades en que le tocó misionar.
Trabajó como profesora y catequista en la Providencia de Linares, Providencia y Sagrados Corazones de La Serena y el Colegio Providencia Carmela Larraín de Infante en Maipú. Además, fue parte de las comunidades de Santa Clara, Providencia de Valparaíso y Tocopilla, siendo superiora de esta última.
Hermana Graciela o Chelita fue una persona trabajadora, cariñosa y muy agradecida de sus hermanas. Una vez que la salud y los años no le permitieron seguir activa en la misión, buscaba aliviarles el trabajo y hacerles llevadero el día a día, desarrollando diferentes labores domésticas en las comunidades. Disfrutaba servir, lo que hacía de buen gusto y sonriente.
Profundamente piadosa, era de orar constantemente y de una entrega total a la Providencia de Dios.
Los achaques de la vejez, incluidos la sordera y los dolores óseos, no mermaron su alegría y la risa sonora que de tanto en tanto se hacía oír, hasta en la capilla.
En sus últimos años, demostraba efusivamente el cariño que sentía por quienes la rodeaban. También disfrutaba haciendo puzles, sopas de letras y especialmente pintando con prolijidad mandalas, actividades en las que se entretenía por largas horas.
Su partida de este mundo no fue fácil y debió pasar por un largo tiempo postrada, hasta que la muerte se presentó para llevarla a disfrutar del abrazo de Jesús, a quien se consagró durante su larga y fecunda vida religiosa.
Querida Chelita, querida Graciela, gracias por todo lo que nos entregaste en vida y ahora te despedimos con cariño tus hermanas:
DESCANSA EN PAZ Y ORA POR NOSOTRAS.