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Hermanas de la Providencia

Hermanas de la Providencia

Casa Provincial:

+ 56 2 2205 5947 comunicaciones @providenciasp.cl

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Terranova 140, Providencia, Santiago, Chile.

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Lunes a viernes de 9:00 a 13:30 hrs. y de 14:30 a 18:00 hrs.

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Lunes a viernes de 9:00 a 13:30 hrs. y de 14:30 a 17:00 hrs.

Desde el Equipo de Educación de la Provincia Bernarda Morin: Plan de Desarrollo Educacional Providencia

Por Karla Meléndez, Equipo de Educación de la Provincia Bernarda Morin.


La Red Educacional Providencia, con sus 13 centros educacionales, es la base del Plan de Desarrollo Providencia. La cúspide es el estudiante Providencia. Todo el quehacer educativo es para su progreso social y espiritual, fomentar su vocación de servicio y sus habilidades intelectuales y afectivas, esperando que sea líder transformador de su realidad y un aporte en la construcción de una sociedad más fraterna y acogedora. Al centro encontramos el “Sello Providencia”, con su triada de atributos que potencian la educación integral desde una cosmovisión católica, el desarrollo de una actitud de confianza en el amor infinito de Dios y un continuo aprendizaje formativo-espiritual de todos los actores educativos, con la participación constante de la comunidad.

Los Centros Educacionales Providencia trabajan para entregar una formación integral a cada uno de sus estudiantes. Entendemos por formación integral la concepción del ser humano desde la visión cristiana, incorporando las dimensiones cognitiva, social, ética, espiritual, afectiva y corporal, que busca desarrollar de manera completa todas las capacidades y talentos de nuestros alumnos, acompañándolos en la construcción de su proyecto de vida. Es por ello que entregamos una educación con altas expectativas, con énfasis en el desarrollo cultural, artístico, musical, deportivo y recreativo y con una sólida formación valórica basada en los principios de la Iglesia Católica y los valores del Evangelio. Esto les permite crecer en libertad y responsabilidad, para ser un aporte a la sociedad y a la Iglesia.

Para alcanzar esta formación integral de los alumnos, el Proyecto Educativo Providencia se sustenta en dos cimientos que son transversales al quehacer educativo: Modelo Formativo, que incluye el desarrollo espiritual, moral, afectivo, cívico y social y el Modelo Académico, que incluye el desarrollo intelectual y cultural.

A través del modelo de Formación se fomenta la adquisición de hábitos y virtudes, explicitados en los ejes Providencia, para luego reconocer y reafirmar la propia identidad y vocación, y así aprender a vivir con los desafíos que plantea hoy la sociedad.

Nuestro Modelo Académico Providencia tiene el propósito de generar una educación de calidad, sistemática, oportuna y pertinente, tendiente a favorecer el aprendizaje y el bienestar de los niños y jóvenes desde una perspectiva inclusiva y pluridimensional. Se aborda desde el enfoque educativo que caracteriza a las escuelas católicas, se presenta como un nivel de concreción intermedia entre leer lo católico desde la confesionalidad y concebir lo católico como camino pedagógico, comprendiendo la categoría de la confesionalidad como una experiencia que expresa y contiene la dimensión religiosa, en tanto tradición y práctica del credo católico y el camino pedagógico, como una observación de aquello que esta religión aporta a la educación, en tanto lenguaje, enfoque y estilo didáctico. Organizamos el proceso educativo de tal manera que nuestros estudiantes lleven a la plenitud cada una de sus potencialidades, mediante una propuesta constante de acompañamiento y personalización que significa conectar el aprendizaje con los intereses y experiencias del alumno, buscando transmitir altas expectativas en el desarrollo integral de la persona, integrándose a la sociedad y cultivando una vida saludable en armonía con el medio ambiente.

Por eso al educar, optamos por un estilo cercano y afectivo, al mismo tiempo sanamente exigente en todas las responsabilidades que conlleva el proceso educativo. Nos inclinamos por un currículo humanista, centrado en la persona, tal como nos solicita el papa Francisco para el Pacto Educativo Global. Esta opción nos hace comprender la persona como un ser único, comunitario, libre y creativo. Desde esta opción acogemos y consideramos los aportes de las actuales teorías que sustentan una perspectiva crítica del currículo, el aporte de las ciencias humanas y sociales, en la medida que favorezcan los fines y propósitos de nuestra educación.

Este afán se materializa en la selección de contenidos y el uso adecuado de los tiempos. Nuestra opción curricular nos pide un diálogo con la cultura y las culturas. Necesitamos conocer, comprender y valorar la cultura infantil y juvenil, sus influencias, sus variaciones, sus relaciones complejas con los medios de comunicación, con las modas, las características evolutivas y el desarrollo ético, así como los temas emergentes. Debemos escuchar a las jóvenes generaciones y construir un entorno educativo participativo que involucre el desarrollo de todas las dimensiones del estudiante.

Nos basamos también en la flexibilidad curricular, es decir, la opción de introducir adecuaciones diversas según los tiempos y personas. Este fundamento puede ser comprendido a luz de la normativa legal de ley de inclusión 20.845; pero por sobre todo, en el marco de nuestro profesionalismo como educadores. La flexibilidad provee oportunidades de creatividad y renovación continua.

El trabajo interdisciplinario y la articulación de saberes enriquecen nuestro Plan de Desarrollo Educacional Providencia, comprendiendo la educación católica como sinónimo de educación inclusiva que acoge la diversidad de realidades, situando en el centro a la persona. Desarrollamos todas las dimensiones del ser humano para dar consistencia a una propuesta de excelencia, cristiana y humanizadora. En este sentido, la formación educacional no está motivada sólo por exigencias, normativas o por el desempeño académico, sino que, como expresión de amor al prójimo, implicando ser una comunidad educativa de aprendizaje, en la que la educación es una experiencia dinámica y recíproca que privilegia los procesos, considerando qué sienten, qué viven, en qué creen y cómo aprenden las personas.

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