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Hermanas de la Providencia

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Casa Provincial:

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Terranova 140, Providencia, Santiago, Chile.

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Lunes a viernes de 9:00 a 13:30 hrs. y de 14:30 a 18:00 hrs.

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Desde la Oficina de la Causa de Beatificación de Madre Bernarda Morin: Descansar sin culpa

Por Loreto Fernández M. Oficina de la Causa de Beatificación de Madre Bernarda Morin.

Venid a mí, todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis reposo para vuestras almas.

Mt 11, 28-29

En Chile es tradición que la mayor parte de las personas que pueden hacerlo, tomen sus vacaciones durante enero y febrero, aprovechando el buen tiempo de verano y el receso escolar ¡Qué bendición poder descansar! Las legislaciones modernas establecen tiempos de descanso para quienes trabajan, entendiendo que una persona descansada estará más sana y, por ende, más productiva. El descanso, pues, redunda en beneficio personal y de la comunidad toda.

La misma Sagrada Escritura nos muestra el proceso creador de Dios, culminando en el descanso considerado sagrado. El descanso es un mandato divino que también incluye la tierra: “Seis años sembrarás tu tierra y recogerás su producto; al séptimo la dejarás descansar y en barbecho, para que coman los pobres de tu pueblo, y lo que quede lo comerán los animales del campo. Harás lo mismo con tu viña y tu olivar. Seis días harás tus trabajos, y el séptimo descansarás, para que reposen tu buey y tu asno, y tengan un respiro el hijo de tu sierva y el forastero”[1]. Así como Dios descansó, lo hacen también quienes conforman su Pueblo: “…Queda todavía un reposo especial para el pueblo de Dios; porque el que entra en el reposo de Dios descansa también de sus obras, así como Dios descansó de las suyas”[2].

Es verdad que no todas las personas pueden acceder a este derecho, por múltiples factores, la mayor parte de ellos provocados por estructuras sociales injustas, que perpetúan la pobreza y por lo mismo, la precariedad de la vida. Debemos ser conscientes de esto; sin embargo, este no es motivo para negarnos a disfrutar todo lo bueno que se nos regala. Las personas cristianas debemos sin culpa y con un corazón agradecido, disfrutar, recordando lo que la Sierva de Dios afirmaba: “Las acciones más ordinarias como comer, dormir, recrearse, hacer un trabajo que agrada, gozar con la contemplación de las obras del Señor, son agradables a Dios hechas en buenas condiciones y en nombre de Nuestro Señor Jesucristo y en unión de las que hizo durante su vida mortal”[3]. Ella misma, que fue un ejemplo de vida abnegada y de un trabajo constante en favor de sus hermanas y de las personas en general, disfrutaba de la vida y de los momentos de esparcimiento; un ejemplo de ello está en cómo refiere uno de sus viajes a La Serena: “Aquí las Hermanas, niños y niñas se van a bañar al mar. Hay días en que van más de cincuenta personas. Hoy los acompañé. Está bien arreglado todo. Hay una serie de casuchas a como veinte metros de la ola. Así que en un momento están en su baño bien aseguradas con cables. Los niños tienen su baño aparte. Araya va con ellos, los baña y los cuida. Mucho ha ganado La Serena con estos baños. Salen a las 7 y vuelven a las 9. Yo me he bañado dos veces en la casa con agua de mar templada. Parece que me hace bien”[4].

A quienes podamos, que tengamos unas reponedoras vacaciones y a quienes no, les acompañamos con nuestras oraciones y nuestro deseo de que llegue el día en que Dios sea todo en todos y podamos gozarnos de la vida buena y abundante que se nos ha prometido en el Evangelio.

¡Providencia de Dios, yo espero en ti!

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[1] Éxodo 23, 10-12

[2] Hebreos 4, 9-10

[3] Morin Bernarda, “Circulares Generales”, 1937, Circular N°26, 22 de agosto de 1922

[4] Archivo Provincial, “Fotocopias escritos de Madre Bernarda, 1922-1881”. A sor María Victoria, 5 de enero de 1892

Fuente imagen de cabecera: Mar rodeado de montañas bajo el cielo azul. Bahía Mansa, Chile. Foto de Alfredo Garcés en Unsplash.

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