Por Loreto Fernández M. Oficina de la Causa Madre Bernarda Morin. Con especial agradecimiento a Hna. María Elisa Muñoz por su corrección y aportes.
La siguiente es la segunda parte de un artículo publicado el 10 de enero de 2022, acerca del incendio que afectó al Templo de la Casa Matriz de la Providencia el 24 de enero de 2011. Para leer la primera parte, visite el siguiente enlace: Recordando….
Segunda parte: Entre el dolor y la solidaridad
“Todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”
Gálatas 3,28b
Entre los especialistas en patrimonio la desazón fue muy grande tras el incendio al Templo de la Casa Matriz de nuestra Congregación en Chile:
“Estoy muy impactada… Cuando se destruye un patrimonio religioso, la pérdida no es sólo del edificio, porque ahí uno ha ido a contar sus penas, dar las gracias, casarse, bautizarse. Las cosas más importantes de la vida de una persona creyente. Se perdió parte del espíritu de Santiago” (Marta Cruz-Coke, Corporación Amigos del Patrimonio Religioso y Cultural de Chile).
“Es un edificio notable, porque la iglesia está inserta en un sistema de patios, de claustros, y queda al centro, articulando estos cuatro espacios, como un crucero. Lo otro interesante es que la fachada interior de la iglesia está tratada como una fachada exterior, como si fuera un palacio italiano, que mira hacia el interior de la nave, con un tratamiento de estuco y de mármoles muy finos. La nave tiene forma de cruz, y en el centro de la cruz está el altar, que es como un templo de mármol blanco. Es un edificio con enorme valor arquitectónico e histórico” (Hernán Rodríguez, director del Museo Andino).
Óscar Acuña, secretario ejecutivo del Consejo de Monumentos Nacionales, calificó el hecho como: “una tragedia. Su destrucción es una gran pérdida patrimonial. Esta iglesia cautelaba un patrimonio histórico religioso de enorme valor, y estaba emplazada en una trama urbana muy relevante de la capital, en plena avenida Providencia. Su incendio dejará una cicatriz en Santiago, y constituirá un llamado de atención para un trabajo en conjunto que busque su recuperación en pos de las futuras generaciones. Pese a su innegable valor, este inmueble no era monumento nacional, no estaba protegido como monumento histórico, ni otra forma de protección de la Ley de Monumentos”.
Posiblemente el titular del extinto Diario la Nación del 28 de enero de ese año, resuma el sentir de muchos ante la pérdida: EL INCENDIO QUE DESTRUYÓ EL PASADO DE PROVIDENCIA y continuaba: La pérdida del principal ícono del nacimiento de la comuna y la cual le da su nombre, la iglesia de Nuestra Señora de la Divina Providencia[1], es un duro golpe al alma de la identidad histórica de una de las comunas más importantes de nuestro país.
Destacable también, son las incontables personas que se pusieron a disposición de las hermanas durante la emergencia y en los días posteriores. Las llamadas y visitas de solidaridad tanto de Chile como de otros países, empezaron en cuanto se hizo pública la noticia. Al personal del Cuerpo de Bomberos se sumaron personas de la Municipalidad de Providencia, Asociados Providencia, familiares, sacerdotes, amigos y colaboradores de las hermanas, que se movilizaron rápidamente para ir en auxilio de las personas y también de objetos patrimoniales que pudieran rescatarse. Incluso transeúntes ayudaron a trasladar a las señoras de la Residencia Nuestra Señora de Dolores, todas mayores, a donde pudieran estar a resguardo y contenidas ante el impacto de la tragedia que las hizo perder todas sus pertenencias. También hubo que evacuar a las religiosas ancianas y enfermas, para lo cual fue vital el compromiso del personal de la casa que se quedó trabajando fuera de horario e incluso, algunos al escuchar la noticia, fueron espontáneamente a prestar auxilio. Las hermanas de las distintas comunidades del Campus Providencia y otras venidas de las casas de Santiago se sumaron a las labores de rescate.
A pesar de que el fuego estaba controlado, esa noche no se pudo dormir por los focos que se reavivaron inclusive días después del siniestro.
La solidaridad de instituciones y de personas cercanas a la Congregación continuó por largo tiempo, como en el caso de la Municipalidad de Providencia, que mantuvo guardias en los distintos accesos durante dos meses. A eso se sumó nuevo contingente, con hermanas venidas de regiones, jóvenes de la parroquia San Alberto de Sicilia de Recoleta, los aportes en dinero o ropa para las señoras damnificadas y campañas de recolección para la reconstrucción venidas de las obras de la Provincia.
Las religiosas agradecieron vivamente las muestras de apoyo, que en parte ayudaban a amainar el dolor de la irreparable pérdida, lo que quedó consignado en las diferentes crónicas, como el caso de la ayuda y cariño recibidos desde la comunidad del colegio Santa Rosa o la comunidad del colegio Sagrados Corazones de La Serena, por nombrar solo un par de ejemplos. El rostro de la Providencia se multiplicó en el de tantas y tantos que generosamente ayudaron a mitigar el dolor y la pérdida, a quienes se continúa agradeciendo y pidiendo a Dios que multiplique en su vida el amor que entregaron de variadas maneras.
En el siguiente artículo recordamos impresiones de las hermanas y lo que siguió al siniestro: En las manos de Dios.
[1] El templo de la “Divina Providencia” se encuentra ubicado en la Avenida Nueva Providencia N°1619; fue la iglesia de la antigua Casa Nacional del Niño, que también estuvo a cargo de las Hermanas de la Providencia, desde su llegada a dicho lugar el 26 de noviembre de 1854 y de cuya obra se fueron el año 1941. No corresponde al templo de la Casa Matriz incendiado; sin embargo, es frecuente la confusión de nombres entre ambas iglesias.