Por Juan Carlos Bussenius, coordinador del Centro de Espiritualidad Providencia.
Dada la situación que estamos viviendo como país y a nivel mundial, hemos preparado como Centro de Espiritualidad Providencia (CEP) algunas sugerencias que puedan colaborar a manejar la delicada realidad que estamos viviendo. No sabemos, naturalmente, cómo van a evolucionar los acontecimientos, pero dado que muchas comunidades o familias están confinadas en sus lugares de residencia, resulta necesario sostener buenamente esta insólita vida cotidiana.
Nos surgen temores y sensaciones negativas que pueden ser muy entendibles. Sin embargo, como hombres y mujeres de fe, podemos ayudarnos y animar a otras personas para vivir confiados(as) y creativos(as), con prudencia y responsabilidad. Esta situación de emergencia puede llegar a ser incluso un momento de crecimiento en la fe y como personas, cuidando nuestro cuerpo, mente y alma. Estamos en un momento histórico que, paradojalmente, puede ser de mucho crecimiento en la humanidad. Cuando se encuentra sentido a lo que se vive, se despliega la Providencia.
Orientaciones:
1. Comprender de manera más ajustada la realidad
Reconocer lo que estamos viviendo, pero sin generar pánico. No contribuir a noticias alarmistas e infundadas. Tener cuidado con el exceso de información, que ayuda a elevar el estrés y, por lo tanto, bajar las defensas. Evita saturarte y saturar. Es más sano solo informarse en dos o tres momentos del día. Así, ayudamos a no contaminar más nuestra mente y alma.
2. Sobre el confinamiento de las comunidades y familias
Puede ser una buena oportunidad para crecer en relación y comunicación. Para aprender a convivir en el trabajo y en la recreación. Sin embargo, sabemos que una “cuarentena” obligada puede generar aburrimiento, cansancio y opresión, entre otros malestares. No todos somos iguales, los niños, los adolescentes, los jóvenes y las personas mayores tienen diferentes ritmos que hay que reconocer. Será importante generar conversaciones y actividades alternativas, no abandonando el sentido de humor. Los juegos de mesa, la música, el arte, la lectura y la cocina pueden ayudar a mejorar incluso nuestras relaciones. Tener igualmente horarios, sobre todo con los más pequeños, con los medios digitales y la televisión. Ser más colaborativo en las tareas domésticas. Respetar los horarios, los espacios comunes y el silencio. No ser monotemáticos con el tema del COVID-19.
3. Sobre la vida personal
Tener presente una buena planificación del día, que genere rutinas con actividades previstas. Apareció un tiempo para ser creativos, el que no lo esperábamos. Para disminuir los niveles de estrés, ayuda hacer ejercicios físicos y de relajación. Más aún, orar y meditar con más tiempo. Ponernos de acuerdo como comunidad/familia para realizar algunas de estas primordiales acciones.
4. Cuida a los más frágiles, como las personas mayores o los enfermos
Sabemos que no es el momento para visitarlos físicamente, pero un mensaje, una llamada por celular o una videollamada para expresarles que “estamos con ellos y ellas”. Llenar las distancias con saludos hermosos. Si convivimos con estas personas, aplicar con afecto las medidas sanitarias, haciéndoles sentir nuestro cariño y amor.
5. Cuaresma y cuarentena son palabras que suenan similar
En el misterio de la Providencia no es casualidad que estemos viviendo este tiempo litúrgico. Estamos en una “parada necesaria” de muchos días para recorrer el camino cuaresmal. ¡Qué mejor momento para despertar la solidaridad y la capacidad de orar preparando nuestro corazón a la Semana Santa! Para encomendar al personal sanitario y las personas que encabezan esta cruzada contra el COVID-19. Sería interesante meditar la actitud de Jesús con los enfermos, convertirlas en frases para orar, pasándolas por nuestros sentimientos y corazón, pidiendo la iluminación para estos momentos de desierto. Encomendarnos a Nuestra Señora de los Dolores para no caer en la desesperación, la fatalidad y el miedo exagerado, que son presencias del mal espíritu, que precisamente tenemos que enfrentar en este período. Este tiempo litúrgico, como lo estamos viviendo, es absolutamente particular obviamente y, por lo tanto, cargado de sentido para vislumbrar el misterio pascual. Hoy existe mucho de muerte, pero también de esperanza y de vida. La Providencia está más cerca de nosotros(as) que nunca.