Por Braulio Jeldres, Centro de Espiritualidad Providencia (CEP).
1. Un Hecho vital.
En febrero de este año el Papa visitó un barrio pobre de las afueras de Roma, sorprendiendo a la comunidad conformada por humildes residentes, muchos procedentes de Sudamérica. Francisco iba camino a visitar una parroquia en el barrio de clase trabajadora, cuando pidió a sus ayudantes que hicieran un desvío para detenerse en la población de la cual había oído hablar. Fue un momento de gran alegría y emoción para quienes viven como refugiados en tierra extranjera. Mientras la gente saludaba al Papa con mucha emoción, él l@s bendecía con manifiesto afecto.
Respondo: ¿Qué sentimiento provoca en mí este gesto del Papa?
2. Reflexión.
El genuino anuncio de la buena nueva del Reino, por parte de la Iglesia, va inseparablemente unido a la caridad efectiva entre l@s herman@s y al cuidado de la creación. Necesitamos día a día considerar y meditar esta certeza vital que nace de nuestra fe para extraer de ella todas sus consecuencias. Amar a Dios y amar al prójimo es un mensaje al cual frecuentemente nos acostumbramos, lo repetimos casi mecánicamente, pero no nos aseguramos de que tenga una real incidencia en nuestras vidas y comunidades. Dice Francisco: “¡Qué peligroso y qué dañino es este acostumbramiento que nos lleva a perder el asombro, la cautivación, el entusiasmo por vivir el Evangelio de la fraternidad y la justicia!” Jesús es claro en los evangelios al decirnos que todo lo que hagamos con los otros, incluida nuestra madre tierra, tiene una dimensión trascendente y responde a la misericordia que nuestro Padre Providente tiene con nosotr@s. Porque la Providencia de Dios es compasiva con nosotr@s, nuestra vocación es ser compasiv@s. Esta coherencia evangélica nos señala la absoluta prioridad de la “salida de sí hacia el herman@”, como uno de los dos mandamientos principales que fundan la ética cristiana y como el signo más claro para discernir acerca del camino de crecimiento espiritual en respuesta a la donación absolutamente gratuita de Dios. En palabras de Benedicto XVI, la solidaridad es también una “dimensión constitutiva de la misión de la iglesia y expresión irrenunciable de su propia esencia”. En consecuencia, así como la Iglesia es misionera por naturaleza, también brota forzosamente de esa naturaleza la caridad efectiva entre l@s herman@s y el cuidado nuestra madre tierra.
3. Lectura del Evangelio (Lc 6,27-36).
“Jesús dijo: A ustedes que me escuchan, yo les digo, sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes”.
A la luz del evangelio, respondo:
¿Qué gestos compasivos puedo realizar hacia mi prójim@ en este mes de la solidaridad?
¿De qué manera concreta puedo solidarizar con la madre tierra tan mal tratada?
4. Oración.
Providencia de Dios,
enséñame a no contentarme con amar a l@s mí@s.
Enséñame a pensar en todos l@s demás
y en nuestra madre tierra.
Dame la gracia de sentir y comprender
que en cada minuto de mi vida,
tan feliz y protegida por ti,
hay herman@s que mueren de frío
y de miseria sin haberlo merecido.
Dame la gracia de la compasión
ante el sufrimiento que enluta a nuestra casa común.
Que mi oración y mi acción ayuden
a que la nueva creación inaugurada por Jesús
venga a nosotr@s. Así sea.
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Fuente imagen: IHH Humanitarian Relief Foundation. Orphan Solidarity Days in Ghana, March 2012.