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Reflexionando con Nuestra Madre de Dolores

Por Hna. Ana Teresa Araya. Oficina de la Causa de Beatificación de Madre Bernarda Morin


“Amémonos tierna y sinceramente en el corazón de Nuestra Señora de Dolores”

Sierva de Dios Bernarda Morin


Quiero compartir con ustedes la hermosura de un patrimonio espiritual, tan amado por nosotras las Hermanas de la Providencia, como es el Misterio de Nuestra Señora de los Dolores, cuya devoción tiene una especial afinidad con nuestra propia vocación y sobre todo en la historia de la Salvación.

El dolor nos acompaña durante toda nuestra existencia. No podemos evitarlo, menos rechazarlo, sino acogerlo y procesarlo desde la Fe y la Esperanza, sintiendo el calor del inmenso amor de Dios Padre, quien camina siempre junto a nosotros.

Nuestra Madre de Dolores nos ayuda a comprender que la cruz es parte de nuestra condición humana; es una experiencia que está con nosotros.

En el caminar de nuestra vida, a veces perdemos nuestro centro y desde la angustia podemos exclamar a Dios: “¿Dónde estás? Te necesito”. Sin embargo, el dolor no se resuelve con palabras superficiales, sino con una mirada que sepa contemplar el misterio. El dolor es un misterio, es una puerta estrecha, pero segura, por donde entramos con ojos abiertos, porque por ese mismo camino pasó Jesús.

Esta puerta sólo la podemos cruzar con una Fe profunda y mucha Esperanza. La Fe es una lámpara encendida en medio del sufrimiento; es una cruz que no se evita, sino que se abraza con una Esperanza que no silencia el grito del dolor, pero que le da sentido.

En el dolor el alma se esconde en un terreno árido, pero Dios con su infinita misericordia planta semillas que sólo pueden germinar bajo el rocío de las lágrimas; en el dolor el alma busca lo eterno. 

Quién mejor que nuestra Madre María nos puede acompañar, fortalecer y dar un verdadero sentido a nuestra cruz que cargamos cada día.

Sintámonos invitados a acercarnos y a amar cada vez más a Nuestra Madre de Dolores, para descubrir, como lo hicieron nuestras fundadoras, el secreto de una tierna y profunda Compasión frente a nuestros hermanos que sufren. Son los Cristos sufrientes del hoy y el aquí de nuestra sociedad y del mundo entero.

María es Madre del dolor y nosotros, sus hijos, buscamos consuelo bajo su manto y amor maternal. El amor verdadero no huye del sufrimiento, lo acompaña; por eso María nos acompaña desde su dolor, para dar sentido al nuestro. Miremos nuestros dolores con ojos nuevos, porque cuando el dolor se vive con Fe, nos purifica, el sufrimiento nos redime y las lágrimas se convierten en perlas de Gracia.

La devoción a Nuestra Madre de Dolores viene de una Fe auténtica que nos impulsa a un gran amor filial hacia Ella y a imitarla en sus virtudes. Nos enseña la firmeza de su Fe, el ardor de su caridad, la profundidad de su humilde aceptación a los designios de Dios y la extensión de su misericordia hacia los pecadores.

María es la fuente de ternura compasiva donde nuestros corazones sacan el fervor para servir a Dios en los que sufren. María llevó el mayor sufrimiento en el silencio y la fuerza de su amor. Por el consuelo de nosotros mismos, recibido de Dios, podemos consolar a los otros en cualquier aflicción que sea. Este don nos viene por María, “consoladora de los afligidos”.

Vamos terminando la reflexión con nuestra Madre de Dolores volviendo a pasar por el corazón que el dolor se descubre y toma sentido sólo mirando y escuchando a Jesús en la cruz y, sobre todo, a María al pie de la cruz. Así, la cruz se convierte en una fuente de la que brotan ríos de agua viva.

Que nuestra Madre Dolorosa sea nuestra compañera de vida diaria y constante fortaleza y consuelo en nuestra Misión. Mujer peregrina de la Fe y la Esperanza, del amor hecho ternura y Compasión.

Junto a Ella nos preparamos para celebrar nuestra Fiesta Patronal del 15 de septiembre. Que Dios y nuestra Madre de Dolores nos bendigan a todos.


Imagen: Virgen de Dolores en el frontis de la Iglesia Matriz de las Hermanas de la Providencia en Chile. Fotografía gentileza de Daniel Vásquez, Colegio Providencia Linares.

 
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