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Hermanas de la Providencia

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Casa Provincial:

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Terranova 140, Providencia, Santiago, Chile.

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Lunes a viernes de 9:00 a 13:30 hrs. y de 14:30 a 18:00 hrs.

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Madre Bernarda y lo social: 5 aportes a la Iglesia Chilena

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Por Hermanas de la Providencia.

El 29 de diciembre celebramos un nuevo natalicio de nuestra querida Madre Bernarda; buen momento entonces para recordar toda la riqueza que legó en su larga y fecunda vida, entregada por completo al servicio, con una visión profética y una completa fidelidad a su vocación religiosa.

Madre Bernarda se entrega por completo a recomponer el espíritu religioso del Instituto de las Hermanas de la Providencia, procurando cultivar una total fidelidad al carisma fundacional de Madre Emilia Gamelin.

madre Bernarda 1Se dio la misión de suscitar, en las diversas comunidades de la Providencia, una gran mística, fruto de una espiritualidad que unía el cultivo de una intensa vida interior con la entrega plena al servicio a los pobres, esto es, reaviva el carisma de “sirvientes de los pobres”.

Lo primero que debemos destacar es su metodología de acompañamiento en la formación integral de las religiosas, por medio de la cual logró hacer crecer una Congregación con plena identidad y unidad interna. A lo largo de los años en que se desempeñó como Superiora, se caracterizó por la preocupación afable que tenía en el acompañamiento de cada una de las Hermanas.

El segundo aporte que regaló a la Iglesia chilena fue esa especial pastoral social que ejerció hacia los huérfanos, los ancianos y los enfermos pobres. Su amor solidario, a la luz de la fe que ve en el pobre a Cristo y por ende reconoce en ellos su dignidad, se rebeló en contra de ciertas usanzas chilenas propias de la época, como era el que las familias podían ir a retirar a los niños más crecidos para ocuparlos en trabajos domésticos, pero lo hacían como si seleccionaran un animalito.

Ella se constituyó en defensora de los niños, así llamados “guachos”, luchó contra las autoridades de la Sociedad de Beneficencia y se las ingenió para humanizar el trato que la sociedad les daba. Su ideal era que pudieran capacitarse técnicamente en Talleres, lo que obtuvo con el apoyo de los Padres Escolapios.

madre Bernarda 2Su pedagogía fundada en el amor y en la amabilidad se manifiesta en el hecho que cambió la denominación de “Asilo” por el de “Casa de la Providencia”.

El tercer aporte está referido a la preocupación que manifiesta hacia las “amas” o nodrizas, mujeres del  pueblo que por un poco de dinero se encargaban de dar leche materna a los “expósitos” en los primeros meses de su vida.  Madre Bernarda comprende que ellas juegan un rol social de gran importancia en la educación de esos niños, a través de jornadas de formación, de retiros y un seguimiento pastoral las va integrando en la gran familia de la Providencia. En forma amable, pero interpelando a su conciencia de madres les plantea el perfil de colaboradoras de la Providencia, esto es, mujeres que con vocación cristiana solidaria, inspiradas en el ejemplo de Cristo, asumieran su trabajo como un apostolado. Importa decir que, en la pastoral social del siglo XIX, la participación de estas mujeres significó un gran aporte de la mujer en la Iglesia y en la sociedad.

El cuarto aporte con que Madre Bernarda enriquece la vida de la Iglesia chilena es su “participación ciudadana” en los grandes momentos que vive la sociedad chilena.

Para las autoridades laicas de la época ella fue una patriota a carta cabal. Tanto en la atención de los heridos, víctimas de la Guerra del Pacifico, de la Revolución del 91, del Terremoto de 1906, como en las grandes pestes de cólera o tifus, en todas estas tristes circunstancias del país, Madre Bernarda, con sus religiosas, se hace cargo de hospitales de emergencia, pone a disposición de las autoridades las Casas de la Congregación, teniendo como costo la vida de varias hermanas que murieron en acto de servicio a la patria.

madre Bernarda 3El quinto aporte, está en relación con la hora de cambios que vive la Iglesia católica chilena en su interior. Ella con su lucha por vincular su Congregación a la Santa Sede, que era, a su vez, la manera de mantener la unión con la Casa Madre de Montreal, impulsa, con gran respeto a la jerarquía, un proceso tendiente a salir del criterio de rincón y abrirse al criterio de Roma. Todo este proceso, que ella recorrió, fue una significativa colaboración con el sector del catolicismo chileno que, superando el criterio de Jerarquía al servicio del Partido católico, optaba por la aceptación incondicional de las orientaciones pontificias en toda la pastoral social.  Por lo mismo, al establecerse la representación pontificia en Chile (1903), de inmediato, afloró una relación de gran afinidad entre la Nunciatura y la Congregación de la Providencia.

En sus últimos años se vio rodeada del cariño y de la estima de toda una nación. Los Obispos reconocían en ella la sacrificada labor realizada por sus Hijas en sus respectivas diócesis.

El país entero admirada el amplio radio de su apostolado, ya que había asumido las grandes causas del catolicismo chileno, tales como: la acción social hacia los niños abandonados, los pobres y los enfermos; la educación femenina a todo nivel, las misiones entre los mapuches e, incluso, implementando la Imprenta San José no sólo había asumido el apostolado de la Buena Prensa, sino además, había aceptado la petición del Arzobispado en orden a hacerse cargo de la impresión de “La Revista Católica”.

Las religiosas de la Providencia la cuidaban con verdadera devoción. Los huérfanos querían ir a verla a menudo. Su muerte –4-X-1929-  dio la oportunidad para que, tanto autoridades como gente humilde, le manifestaran su aprecio.

Las palabras de ese niño –Leopoldo Pizarro- pronunciadas junto a su féretro, invocándola con el título de “Madre” y pidiéndole que no los abandonara, penetraron en los corazones de los asistentes y los conmovieron, ya que eran el clamor de miles de niños abandonados, residentes en las Casas de la Providencia, que expresaban su dolor y angustia.

Eso fue Bernarda Morín, Madre de los niños abandonados y de los pobres. Su maternidad ha sido prolongada por medio de sus hijas: las Hermanas de la Providencia, quienes herederas de su carisma de han constituido en ser realmente Providencia, esto es, “sirvientas de los pobres”.

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